La inauguración contó con un animado público (Foto: Gonzalo Matamala)
ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
El objetivo de la inauguración de la cubierta de la plaza de Valdemorillo el pasado domingo, 4 de febrero, se cumplió: una corrida mal presentada, descastada, un público amable y fácil y tres toreros del gusto de la masa que hicieron que se colgara el cartel de “No hay billetes”. Todos felices, excepto los aficionados.
El ambiente fue insoportable. Por el calor asfixiante, por los toros, por la vulgaridad de los toreros y por el público, más almibarado que un Día de la Madre. Porque hay que decir que lo más serio de la tarde fue el lleno que registró el coso, que siempre da gusto ver una plaza así; y también el minuto con que se honró a la memoria del matador de toros Ángel Luis Bienvenida, tristemente fallecido el pasado sábado. El resto fue un festejo jaranero, con un público sin rigor alguno y una presidencia que se subió al carro del triunfalismo. En lo artístico se vio mucho destoreo barato y fácil.
Por chiqueros, salió un encierro de Antonio San Román. Por presencia fue una birria y por juego, a excepción de un toro, otra birria más gorda. Cabía esperar. Y además, ¿donde estaban las puntas de los toros? Lo más bonito de los de San Román fueron sus capas porque luego fueron insulsos, nobles como borregos, anduvieron por allí como adormecidos y no tuvieron ni una pizca de emoción ni casta.
Los únicos muletazos decentes
Jesulín de Ubrique abría cartel. En primer lugar sorteó un becerrón deslucido e incierto. Dejó que le dieran en el caballo y ya con la muleta el de Ubrique anduvo sin ninguna convicción. Fue pitado. Con el cuarto, rajado pero más noble, sacó los muletazos más largos de la función sobre la mano diestra. El gaditano estuvo templado y al menos dejó los únicos muletazos decentes que se vieron en toda la tarde. Tras pinchazo y estocada se llevó una orejita sin ningún valor.
Manuel Díaz “El Cordobés” se llevó tres orejas, fue vitoreado por el público y demostró que es un perfecto torero para cosos de pueblo.
En la fiesta, el toreo cómico siempre ha existido, es muy respetable, y este torero lo interpreta como nadie. Al menos entretiene, aunque sea por la vía de la carcajada. ¿Quién no rió de tanto brinco, salto y cachondeo?
El ‘cordobesismo’
A su primer torete le hilvanó un trasteo efectivo y colorista que contó con el aliento de sus muchos seguidores. Muy bullidor y con ganas, hizo todo “a su manera” a un toro apagado, llegando mucho al respetable a pesar su heterodoxia. Tras un infame golletazo se le concedió una oreja. Pero la traca gorda de “El Cordobés” llegó en el quinto. Un toro parado, inválido y aplomado con el que al de Arganda del Rey sólo le faltó “subirse a lomos”. Fue un trasteo donde hubo cabezazos, “saltos de la rana”, rodillazos y desplantes de todas las marcas. El cordobesismo en su máxima expresión. Eso sí, segurísimo con el acero le propinó un espadazo que tiró al torete sin puntilla. Dos orejas, guiños al público y fervor. Ya saben, para gustos... los colores. Lo de “El Cordobés” más o menos está justificado. Tiene su público, sus plazas y su lío, Pero lo que no tiene excusa es lo de Rivera Ordóñez. Es imposible exponer menos, torear peor y estar tan desganado. Claro que hasta los públicos más fáciles se están dando cuenta ya. A su primero le cortó una oreja protestada e irrisoria. Una faena despegadísima y donde a punto estuvo de “saltar un ojo” al toro de tanto usar el pico de la muleta.
El sexto fue el mejor toro del sexteto de San Román. Un toro con pujanza y motor que exigía firmeza de plantas, dejarle la muleta puesta en el morro y aguantar, porque el animal trasmitía al tendido. Pues nada de eso hizo Rivera en una faena desacoplada y donde no expuso nada. El público se percató, no le hizo ni caso y terminó pasando. Injustificable lo de Rivera.
Novillada sin caballos
El pasado lunes se celebró la novillada sin picadores donde se ponía en liza el Trofeo “Chimenea de Oro”. La cubierta registró una buena entrada, ya que los empadronados tenían entrada gratuita.
Se lidiaron seis erales de Manuel Quintas que no rallaron al aceptable nivel del pasado año. De juego manso y con genio, tan sólo sirvieron dos novillos, lo que no fue una verdadera oportunidad para calibrar las condiciones de los seis coletas.
El firme candidato a llevarse el trofeo fue Juan Manuel Jiménez, que cortó un trofeo e hizo lo más brillante del festejo. Manejó con soltura el capote y consiguió muletazos bellos y con relajo y temple.
La otra oreja la paseó Ismael Cuevas con el otro novillo manejable. Un premio esta vez a sus ganas y la garra de resultar volteado y volver a la cara del novillo con decisión. Javier Cortés y Raúl Palancar sortearon oponentes imposibles; A Tomasito se le vio muy nuevo para estas lides y El Calita pasó de puntillas.
Antonio barrera será el sustituto de serafín marín, en la cuarta de feria, prevista para mañana