OPINIÓN
ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
Con los carteles de San Isidro a punto de presentarse, los de Sevilla en la calle y celebrándose la Feria de Valencia, la temporada por fin a echado a caminar. José Tomás no estará en ninguna de estas citas. El de Galapagar ha decido irse a México para volver a torear después de un 2013 en blanco por culpa de una lesión ósea. Se confirma su regreso en Juriquilla, una pequeña plaza del país azteca, donde estará en la despedida de su amigo Fernando Ochoa. Siempre respetando la decisión del torero, que es dueño de su destino, queda la sensación de que todos esperábamos una vuelta más de campanillas y en alguna plaza española para que sus partidarios hubieran podido acudir a verle. De España poco se sabe. Ni siquiera si toreará mucho, poco o nada. Su reaparición en Málaga el Domingo de Resurección parece casi descartada a pesar de la paciencia del francés Simón Casas.
Mientras tanto, Morante de la Puebla ha presentado en la discoteca Joy Eslava su temporada más personal, según ha querido bautizar el propio torero. Fue en un acto novedoso donde dio a conocer las 30 tardes en las que hará el paseíllo el torero sevillano. Quizá al arte no hay que ponerle cantidad ni fecha, pero esta presentación a modo de tour trata de dar realce y categoría. Una semana antes había sido El Juli quien había echo lo propio en el Círculo de Bellas Artes. Hay que aceptar de buen grado la entrada de frescura en el mundo del toro, siempre que no caigamos en un círculo pijo y clasista que esté muy alejado de la diversidad que siempre ha tenido la Fiesta. La modernidad, siempre que no sea forzada, es positiva, pero el torero es del pueblo y no de traje caro y gomina. La Fiesta tiene que ser aperturista, pero manteniendo su esencia, su pureza y los cánones más ortodoxos. Un torero no es un cantante, un actor o un chufla con traje de Carnaval.
Mientras tanto, el lío de la adjudicación de la plaza de toros del Puerto todavía colea. Ahora Tomás Entero salta que se quiere volver a presentarse, a pesar de que su oferta quedó desestimada en primera instancia. El Ayuntamiento portuense ha modificado el pliego. Veremos qué ocurre con este culebrón. Todo puede ser, porque los grandes empresarios después de la que está cayendo no están muy receptivos a quedarse con una plaza ruinosa y con un pliego insostenible para que la gestión se pueda desarrollar con normalidad y que no pasen luego cosas extrañas derivadas de la carga de costes que el gestor deberá asumir.