Opinión

La paradoja del aborto

Pedro Bengochea

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Puestos a pensar resulta paradójico que todavía, en nuestros tiempos, tengamos que seguir polemizando sobre un tema tan recurrente como el aborto. Si se le conoce suficientemente bien como acto inhumano y cruel que es ¿Cómo sigue siendo objeto de controversia jurídica inaplazable en cada nueva legislatura que se inicia?


El horror que supone la supresión voluntaria de la vida inicial y postrera de un ser humano indefenso y vulnerable nos lleva a la degradación moral, tanto personal como social. La regulación del aborto cada vez va siendo, en los estados donde se implanta, más cambiante y arbitraria y particularmente menos restrictiva. Pese a algunos avances que se dan por erradicar esta lacra social, ahora mismo en España tenemos un anteproyecto de ley aprobado en Consejo de Ministros que, en algunos casos, restringe la ley vigente de 2010, incluso la de 1985. En el primer caso lo hace suprimiendo el aborto libre en las 14 primeras semanas y, en el segundo, eliminando el supuesto que permite abortar si había malformación del feto.

Recomendamos la lectura de todo el texto para el conocimiento de condiciones y requisitos que se exigen para la correcta aplicación de la normativa. Por ejemplo, decir que es permisible el aborto en caso de haber riesgo de muerte del feto o del recién nacido durante el periodo neonatal. También subrayamos como restrictivo y más prudente que las chicas entre 16 y 18 años cuenten en adelante con el asentimiento de sus padres o tutores para poder abortar. Todo esto supone regular el aborto con una serie de normativas y anotaciones, que obligará a conocerlo para su aplicación legal. ¿Pero todo esto para qué, si lo que legislamos es estrictamente inmoral y envilece la dignidad de la persona? ¿Provocar la muerte deliberadamente a otro, no precisamente en legítima defensa, no será acaso un acto de cobardía? ¿Quiénes somos nosotros para disponer de la fecha de caducidad de la vida de los demás? Privar a otro de la vida que no nos pertenece ¿no constituirá una usurpación y una apropiación indebida de lo que no es nuestro ni nos pertenece? Reflexionar y responder a tales preguntas me resulta más aleccionador que saber a pies puntillas lo que nuestras leyes, por ahora, nos dictan en el tema que nos ocupa, siempre ante el próximo cambio de criterio que se producirá con la provisionalidad del gobierno de turno.