Opinión

Ventanal de la Sierra

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014

Una mala imagen para Collado Villalba

Es obvio que la plaza de la estación de Collado Villalba, un lugar de encuentro durante décadas para muchos vecinos y visitantes, no atraviesa por su mejor momento. Su entorno ha perdido el encanto de antaño, cuando muchas familias acudían con sus hijos a lo que por entonces era considerado como un lugar de tertulia y ocio o simplemente de encuentro familiar o con los amigos que asiduamente utilizaban el ferrocarril para desplazarse a la capital. Las dos remodelaciones a las que ha sido sometida esta plaza y la desidia mostrada por los responsables municipales a la hora de devolverle el encanto de antaño, unido a las carencias detectadas en el apartado de seguridad (a los agentes se les ve pasar de vez en cuando por las calles adyacentes en el coche, pero sin preocuparse de lo que allí está sucediendo), ha hecho que incluso una gran mayoría de usuarios de Renfe renuncie a cruzar la plaza en su camino hacia la Estación. Y la culpa de todo esto la tiene la presencia de una decena de personas, identificados como indigentes, drogadictos y alcohólicos (en verano el número era muy superior), que poco a poco han ido tomando ‘posesión’ de este enclave urbano en el que pasan el día y parte de la noche. Allí se cambian de ropa, hacen sus necesidades, beben, comen, se pinchan y hasta algunos, a falta de mejor cobijo, buscan alojo bajo los pilares del puente anexo, algo que lógicamente está generando cierta alarma social en el entorno y, sobre todo, mucha preocupación entre los propietarios de tiendas y bares próximos. “Cuando se produce alguna pelea o intento de robo, llamamos a la Policía -nos dijo un vecino-, los agentes les identifican, les llaman la atención y punto. Es más, hace aproximadamente una semana, un señor mayor que vino a echar una quiniela a un bar situado junto al puente del ferrocarril, después de sellar su boleto y cuando iba a acceder a su vehículo, estacionado frente a dicho establecimiento, se sintió indispuesto, algo que no pasó desapercibido para uno de los habituales ‘ocupas’ de esta plaza que, en un santiamén, abordó al enfermo y no precisamente para socorrerle, sino para, presuntamente, quitarle la cartera y el teléfono móvil, algo que no consiguió gracias a la rápida intervención del propietario del bar y de unos clientes que, además de evitar el robo, trasladaron al enfermo en un coche a urgencias, donde fue asistido y posteriormente dado de alta”.

El constructor Lisardo Cortés, ante la Justicia
Todo parece indicar que el ‘paseíllo’ judicial del ladrillo no ha hecho más que empezar en nuestra comarca. Conocidos constructores vinculados a la Sierra del Guadarrama, entre los que se encuentra el promotor alpedreteño Lisardo Cortés, han sido denunciados en los juzgados y ahora van a tener que responder ante los tribunales de los presuntos delitos relacionados con su actividad empresarial. Cortés compareció la semana pasada ante el titular del Juzgado número 7 de Collado Villalba para responder sobre la querella criminal interpuesta por un centenar de afectados, pertenecientes a la Plataforma de Afectados por Lisardo Cortés, que le acusan de los presuntos delitos de estafa, apropiación indebida e insolvencia punible. Hace unos cinco años compraron a este constructor unas viviendas sobre plano, entregando cada uno de ellos unos 30.000 euros. Transcurrido este tiempo, los denunciantes no sólo no han conseguido la propiedad de la vivienda, sino que tampoco les ha sido reembolsado el dinero, algo que se nos antoja bastante complicado ante la insolvencia económica del imputado, que ha visto cómo en los últimos meses le eran embargados la mayoría de sus bienes (hotel, estación de servicio y otras muchas propiedades).
El ‘boom’ del ladrillo que tantas expectativas generó a primeros de siglo en un sector en el que los ricos abundaban, tras el ‘pinchazo’de la burbuja inmobiliaria ha devuelto las aguas a su cauce, y con ello los empresarios más ambiciosos e irresponsables tendrán que dar explicaciones ante los jueces por las tropelías cometidas en los últimos años. Y ahí estamos.

Nieve en los campos, hielo en las aceras
Parecía que no, pero la nieve llegó por fin a la Sierra. Una preciosa estampa de campos blancos, el Monasterio de San Lorenzo luciendo su mejor estampa invernal, las cumbres en todo su esplendor... y también los recurrentes problemas en las calles de nuestros municipios. “Mucho plan de inclemencias y luego, a la hora de verdad, siempre pasa lo mismo: parece mentira que sean las 10.30 y casi no han empezado a echar sal para limpiar las aceras”, comentaba una vecina de Collado Villalba que el martes estaba en la zona de Los Belgas. Parecidas quejas llegaban desde Guadarrama, mientras que en el resto de localidades de la zona la situación no era mucho mejor, con mención especial para la carretera que comunica Moralzarzal y Cerceda, donde a mediodía del martes se montó un lío de aúpa, haciendo que los conductores tardasen más de una hora en recorrer apenas cinco kilómetros.
Pasada la nieve, llegó el hielo, y aunque en El Escorial y San Lorenzo sí estuvieron rápidos en la jornada del martes, el miércoles la reacción fue más tardía, lo que acabó convirtiendo buena parte de las aceras del centro urbano en una auténtica pista de patinaje. Y eso, contaba un escurialense de la ‘periferia’, por no hablar de Las Zorreras. En todo caso, sí hay que reconocer que en la mayoría de las vías de nuestra comarca, como la M-600, M-527, M-505, M-510, N-VI o A-6, se pudo circular con normalidad gracias al rápido trabajo de las quitanieves de la Comunidad de Madrid. Y a los más cabreados no está de mal recordarles que los propios ciudadanos (eso que ahora se llama de forma cursi ‘la sociedad civil’) también tienen su cuota de responsabilidad en lo de limpiar las aceras, como ocurre sin que nadie se lleve las manos a la cabeza en todos los países del centro y el norte de Europa, donde nieva bastante más que aquí y no se forman semejantes quilombos.