Opinión

La visita de Rajoy a Obama

POR: A. García

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Mariano Rajoy se trajo de Washington presentes mayores y más relevantes que una caja de caramelos de chocolate, regalo de Obama, el líder de la primera potencia del planeta: el cachete en la espalda a un “gran liderazgo” (Obama dixit) y parabienes para un programa de reformas que, a juicio del jerarca norteamericano, ha logrado templar la voracidad de los mercados y relajar a límites impensables hace meses la prima de riesgo.


Si una economía deprimida pretende obtener un espaldarazo para sus reformas que sirva de salvoconducto para pasearse sin aforamientos por la alfombra internacional, no existe mejor estrategia que auparse a hombros del “primo de Zumosol”. Lo que dice Obama va a misa. Así que no hay más que rascar: “Spain is back” es el mensaje tras la cumbre de presidentes en la Casa Blanca. Parece que se avanza en el saneamiento de la economía española gracias, sobre todo, al sacrificio de la ciudadanía y al multimillonario rescate bancario. El gran desafío de la economía española es reducir el paro. Si no alcanzamos a resolver ese grave problema, la visita de Rajoy a Obama quedará como un hecho anónimo, como una cruz más en el cementerio de Arlington, donde el presidente español cumplimentó al soldado desconocido con parabienes de jefe de Estado.

Sin necesidad de poner las botas sobre la mesa (José María Aznar), sin tener que sacar los pies de las alforjas, retirando las chinas del zapato que introdujo su predecesor (Rodríguez Zapatero, poco respetuoso con la bandera de las barras y las estrellas), Mariano Rajoy ha alcanzado fuera de España un triunfo que en dos años de mandato ha sido incapaz de conseguir fronteras adentro: una opinión favorable al efecto positivo de su programa de reformas. El mensaje que llega de Washington es nítido: el enfermo abandona la UCI.

Pero ahora no convendría que recién apartado al gotero al debilitado paciente, éste echara a correr a la calle. Con una tasa de desempleo que sigue superando el 25 por ciento de la población activa, la recaída no debería considerarse un hecho descartable por mucha “vitamina C” que administre el pariente corpulento de los zumos.