Opinión

Cosas de políticos

POR: ABEL ASTORGA

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Con el inicio del nuevo año, cuando la esperanza de cara al futuro más inmediato aún pervive, nos va a resultar, creo yo, bastante fácil aceptar al pulpo como animal doméstico y admitir que la inmensa mayoría de políticos y sindicalistas son honrados y la culpa de sus fallos, cuando los hay, obedecen a la inherente torpeza humana. Y puestos a admitir, también lo haremos sobre la necesidad de la existencia y obra de estos y la urgencia de que acometan sus funciones con los pies en el suelo y atendiendo a los ciudadanos a los que se deben con el máximo respeto y rigurosidad.


Pero una vez salvada dicha mayoría de estar en tela de juicio, ¿es comprensible la actuación o posición que viene adoptando, al menos de cara a la opinión pública, las bases, los militantes, los afiliados o los partidos políticos y sindicatos? Sorprende sobremanera la aparente quietud que mantienen los ‘abonados’ a la UGT, con sus cien frentes abiertos; o que no se escuchen alaridos de desaprobación en el interior de las sedes del PP, por sus no menos numerosos escándalos; o que los militantes del PSOE hayan admitido de tan buen grado la sucesión ‘a dedo’ en Andalucía de Griñán o por el empecinamiento del señor Pérez Rubalcaba y de su equipo por ser los valedores de las mil veces nombrada regeneración política.

Fue Hitler el que se pegó un tiro en la sien, pero no debemos olvidar que tras él había un ejército que decidió hacer oídos sordos y esperar a la toma de Berlín para deponer las armas. Y, sobre todo, no debemos olvidar nunca que, sin ese ejército, Hitler habría pasado a la historia como un payaso más. Es curioso observar hasta donde llega la fidelidad de unas siglas de índole político, tras las cuales se supone que se esconden unas ideas, un modo de entender la vida y el mundo. Ni siquiera tal ceguera se ve en los aficionados al fútbol que, cuando los resultados de su club no son los esperados, claman por la dimisión del presidente, por la sustitución del entrenador y de todo el equipo técnico y por el despido de media plantilla. Función, esta de clamar, que curiosamente nunca se la admiten a los seguidores del equipo rival. Nuestros políticos, sin embargo, parece con el “y tu más”, apenas tienen problemas para quedar, sobre todo de cara a la galería, plenamente satisfechos. Increíble pero cierto.