POR: J. MARTÍN
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Uno de los problemas que acechan a las familias españolas cada año por estas fechas es no sólo decidir qué tipo de juguetes regalan a los niños, sino intentar que la tradición no sea un simple seguimiento rutinario de las modas, sino un acto responsable que implique impartir valores, fomentar la educación, ahuyentar las discriminaciones y, sobre todo, crear emociones entre los más pequeños de la casa.
En épocas de ansiedad y de grandes diferencias económicas, es bueno y aconsejable que del regalo se deduzca también una lección de comportamiento social que pasa por la toma de conciencia, del desprendimiento y del alejamiento de una dinámica que ha convertido a muchos en padres ‘hiperregaladores’ para hijos ‘hiperregalados’. De ahí nuestro consejo: menos regalos, de más calidad y no necesariamente más caros. Pensados no en función del juguete o la marca, sino del concepto de juego, de la capacidad de disfrute, que es individual e intransferible.
Con estos parámetros, la dicotomía entre juego y educación desaparece, porque se trata de una realidad de multiples aristas y con una relación bidireccional. La fórmula sirve tanto para los juguetes tradicionales como para los más avanzados inventos tecnológicos, que suelen ser los de de más aceptación en los últimos años. Pensar qué tipo de regalo conviene a cada uno, rehuir todo contacto con la violencia y la discriminación sexista y estar pendientes y alerta ante los excesos, son detalles que se deben tener en cuenta sobre todo en estas vigilias navideñas.