Opinión

Trabajo, trabajo y trabajo

POR: ABEL ASTORGA

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Cada año que pasa damos paso a la esperanza y a la suerte, empeñados en que el que venga será mejor que el que se va. Ilusiones, deseos, promesas y proyectos, muchos proyectos, se dejan oír estos días entre luces navideñas, spots, champán, turrón, wasaps de felicidad, etc. Todos parecemos mejores personas porque el espíritu de la Navidad nos invade, queramos o no, y es época de compartir una copa o un licor entre abrazos y besos.


Además recordamos a los que se fueron, añorando las peculiaridades de quienes nos acompañaron durante años en nuestra vida y brindamos ¡como no! a la memoria de aquellos a los que queríamos y ahora echamos de menos.

Para muchos es mejor que los años no pasen. Para otros, que pasen rápido. Para los niños sólo que pasen rápido el 24 de diciembre y el 5 de enero, para recibir los regalos de Papá Noel y de los Reyes Magos, en una confusa e incongruente costumbre consumista y poco española, de adoración a un personaje creado por Coca-Cola, frente a la conmemoración del nacimiento de Jesús.

El discurso del Rey, tan descafeinado año tras año, y la Misa desde el Vaticano o el Concierto de Año Nuevo, nos hacen pensar y recordar con qué seres queridos hemos compartido los últimos años; además de los especiales de televisión, de ‘empanadillas encarnianas’ de Martes y 13, y cientos y cientos de campanadas presentadas por personajes de la más variable especie televisiva, hemos de unir esas fiestas proclives para poder descubrir la noche de fiesta, el amor e incluso el sexo, como despedida y bienvenida a una vida que continuará siendo igual a partir del siguiente día laboral.

Desde 2009, España desea del año que comienza cada 1 de enero, cosas muy diferentes a las que deseaba antes, cuando brindábamos, comíamos y cenábamos sin control ni freno y sólo nos deseábamos salud y seguir como estábamos. Ahora el tono ha cambiado y muchas familias aprovechan estas fiestas para volver al marisco, jamón y otras lindezas culinarias, como productos prohibidos durante el año, descubriendo mucho más que su sabor, la suerte de comerlos. Ya no sólo se desea salud y seguir como siempre, sino trabajo, llegar a fin de mes y, cómo no, poder pagar bimensualmente los abusivos recibos de la luz, el agua, el gas o elementos de trabajo como la gasolina o el transporte.

Por mucho que se empeñen algunos de esos que tantas clases intentan darnos a diario, tiempos pasados sí fueron mejores, de ahí muchos añoremos lo que hemos perdido y recordemos con nostalgia todo lo bueno que tuvimos y compartimos con nuestros seres queridos, más aún si pensamos lo que se nos avecina o en lo que estamos ya viviendo.

Por eso mi deseo para este año 2014, que está ya a la vuelta de la esquina, es trabajo, trabajo y trabajo, porque será un signo de salud y una solución a la infelicidad en la que se encuentran tantas y tantas familias.