OPINIÓN
ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
Faltan un puñado de ganaderías para cerrar este capítulo que ha dejado ciertas dosis de nostalgia y preocupación entre los aficionados. En esta entrega nos ceñiremos a las últimas antes de cerrar esta serie con una divisa serrana que recientemente ha dejado de criar toros bravos en esta taurina comarca. Aunque ya han pasado unos cuantos años desde que desapareció la vacada del El Carrascal, el conocido como hierro de la copa, creo que merece un recuerdo por las grandes tardes de éxito que dejó. Este hierro fue el segundo que poseían los Hermanos González Rodríguez, ganaderos de larga historia y que en su origen la habían formado con sangre de Baltasar Ibán. Sus novilladas en la feria de San Antonio de Collado Villalba eran garantía de triunfo. Eran animales terciados, sin demasiado esqueleto, con las cornamentas justas pero comportamiento encastado, con mucha movilidad y picante. Los novilleros de esa hornada, Uceda Leal, El Pireo, Chamón Ortega o el mismísimo José Tomás, se enfrentaron y desorejaron a las reses de El Carrascal. Incluso una temporada, a mediados los 90, se lidió una corrida en la feria de Santiago Apóstol, donde un exigente encierro le propinó una cornada muy seria al pequeño gigante llamado Domingo Valderrama, un percance en el que se llegó a temer por su vida. Fue una pena la desaparición de una ganadería con una base de vacas muy enrazada que se criaba en estos pagos villalbinos, junto con otra finca en tierras salmantinas.
Una ganadería habitual en las novilladas en la Sierra, en la época de los 90 fue la de Blanca Peña, que en Moralzarzal tuvo muchos triunfos y logró situarse como una de las que más novilladas lidiaba por temporada. La vacada que pastaba en Cerceda fue adquirida por el industrial Ángel Luis Peña, que la puso el nombre de su única hija, Blanca, tras haberla adquirido a la afamada Amelia Pérez Tabernero, en la cuna de esta vacada, la famosa finca Puerta Verde de El Escorial. En ese momento era una ganadería cotizada, tampoco excesiva de volumen, pero que embestía mucho y con buena base genética. Varias temporadas consiguió el trofeo en la feria de Moralzarzal y el novillero Jesús Millán triunfó con estos novillos logrando llevarse el Frascuelo de Plata. Finalmente el ganadero colmenareño la fue eliminando por diversos motivos y se quedó únicamente con el hierro que lleva su nombre, apostando por la procedencia Jandilla.
En otro circuito, en varias fincas de Valdemorillo, el empresario y apoderado Pedro Saavedra tenía un gran lote de vacas con predominio de la sangre Núñez. Eran varios los hierros: El Trincherazo, El Palomar, La Ponderosa o la que puso a nombre de su hijo, Julio Pedro. La base de sus ganaderías estaba formada por vacas del malogrado Paquirri, de sangre Núñez, cuando Pedro fue socio de Enrique Martín Arranz y apoderado de El Fundi. Sus reses se lidiaban básicamente en festejos que eran organizados por Saavedra y durante la trayectoria novilleril y en las primeras temporadas como matador de toros de su hijo. Poco a poco estas divisas fueron diluyéndose, y hoy por hoy sólo existen los hierros. Las últimas reses las tiene Julio Pedro en una finca en la provincia de Segovia aunque también ha incorporado ejemplares de otras procedencias. Continuará…