Opinión

Lo ancho y lo estrecho del embudo

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Sí, lo sabemos. Estamos atravesando una crisis fatídica. No hace falta que lo repitan hasta la saciedad en la televisión, la radio o los periódicos, lo sabemos principalmente porque somos nosotros, los ciudadanos de a pie, la gente anónima, los que más lo sufrimos. Ahora bien ¿por qué la crisis del embudo? Como bien saben ustedes, un embudo tiene una parte estrecha y otra ancha. Es irónico que esta crisis que principalmente provocaron los grandes estamentos políticos y financieros, la parte ancha del embudo, la tengamos que solventar las clases más débiles y desfavorecidas, la parte estrecha. Por ejemplo, los pensionistas, los desempleados, los jubilados, a los cuales se recorta cada vez más.


En la otra parte, la parte ancha, encontramos las inyecciones millonarias a los bancos, o el caso de ciertos ejecutivos de algunos de esos bancos que, supuestamente, son responsables de la mala gestión de sus entidades y, como premio por ello, recibieron cuantiosas indemnizaciones. En la parte estrecha, la gente que sufre cada vez más frecuentes recortes en la sanidad pública o la educación, en la ancha el grandísimo número de políticos que siguen cobrando una importante cantidad de emolumentos a costa de nosotros, los pobres ciudadanos anónimos. Sirva como ejemplo el hecho de que tenemos unos trescientos mil políticos más que en Alemania y el doble que en Francia. En la parte estrecha los mismos sueldos, las suspensiones de pagos, las bajas condiciones laborales de los afortunados que aún tienen empleo, las pobres prestaciones por desempleo o las ayudas familiares que se van acabando inevitablemente.

En la parte ancha, el régimen de pensiones de los diputados o las pensiones vitalicias de los ex presidentes a pesar de que trabajan en empresas privadas y con cuantiosos sueldos. En la parte estrecha los miles de deshauciados salvajemente y sin contemplaciones y el hecho de que hayan tenido que suicidarse algunos de ellos para que comiencen a plantearse lo inmoral, cruel e inhumano que resulta esta práctica.
¿Tan difícil resulta acabar con tanta miseria? Claro que no, sobre todo si la gente que se encuentra en el lado ancho del embudo les importara lo que le está sucediendo a los del lado estrecho. Pero la triste realidad es que lo único que les importa a estos es mantener su elevado status social y económico a costa de lo ciudadanos anónimos y a cualquier precio.

Podíamos seguir mencionado muchas cosas más... Los sueldos de algunos alcaldes, los enchufados de las administraciones públicas, las obras públicas que valen auténticas millonadas y que no son más que una excusa para especular... Pero en fin, esto es lo que nos ha tocado. Y bajo mi punto de vista para salir del atolladero solo podemos hacer dos cosas, resignarnos ante todo lo que nos viene encima o abrir lo ojos de una vez por todas. Desde luego depende de nosotros.