El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Debo confesar que cada día me dan más miedo los políticos surgidos de la formación diseñada bajo las leyes educativas surgidas a partir de los años 60 del pasado siglo. Su preparación, su torpe verbo y seguramente su dicción escasamente dotada por la formación que fueron recibiendo todas esas generaciones al capricho de los distintos poderes surgidos. Y es que en definitiva somos hijos de la ley educativa que nos formó; somos lo que leemos, lo que estudiamos, lo que aprendimos y lo que sabemos. Seguiré esperando a aquellos políticos formados, honrados y con capacidad de empatía para resolver los problemas de los ciudadanos en vez de generarlos. Necesitamos una sociedad que sea mucho más justa y una democracia mucho más creíble. Quiero seguir pagando impuestos, pero no para que me sigan robando
BENJAMÍN GARCÍA
Guadarrama