Javier Astorga
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Hay quienes se empeñan en seguir toda su vida jugando a una política que ellos mismos diseñan y eso creo que es una falta de respeto a la ciudadanía y un engaño a la responsabilidad. Para que la política vuelva a ser creíble, para que exista de verdad una regeneración, es preciso que pasen muchos años y exista, de verdad, un compromiso ético y responsable de los ciudadanos.
Y para ello es necesario vaciarla de oportunistas, muñidores, cómplices y corruptos. Vaciarla de amigos, primos y demás familiares. Y, sobre todo, es preciso que izquierda y derecha asuman que sin listas abiertas no existirá credibilidad alguna. Que asuman que ambos son extremos y caras de una misma moneda. Sabemos de sobra que sus presuntos enfrentamientos no son más que un puro negocio para seguir dándoles de comer. Se empeñan en generar distanciamientos entre la ciudadanía jugando a la política como si lo hicieran a la ruleta; se empeñan en diseñar fronteras innecesarias, en pagar voceros para que nos hagan creer lo buenos que son; se empeñan en ser necesarios para continuar disfrutando sin impunidad de sus prebendas. Los políticos o quienes han jugado a la política y amenazan con volver como redentores no me sugieren ninguna credibilidad, sean de izquierdas o de derechas. Antes de nada es preciso enriquecer la educación moral, la ética, la honradez y hasta el sentido común. Es preciso que nos permitan tener la oportunidad de votar a quienes se nos antoje y tengan una credibilidad contrastada. Es preciso que existan de una vez por todas listas abiertas formadas por gentes que hayan demostrado su seriedad, su preparación y su capacidad.