El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
La industria de la pornografía ha hecho su agosto multimillonario los últimos 20 años gracias a Internet. USA: un niño ve por primera vez pornografía ‘online’ hacia los 11 años y entre los 8 y 16 años la ha visto el 90%. En Australia, el 70% la ha visto con 12 años y el 100% a los 15
. Una de las causas del maltrato es el impacto en el desarrollo sexual de esos jóvenes que aprenden a ver a la mujer como objeto sexual en una versión brutal de la masculinidad donde la violencia es sexy porque en la pornografía aparece erotizada. Controlar la pornografía choca sin embargo con el primer mandamiento del movimiento de liberación sexual: el derecho a satisfacer el instinto sin trabas. Pero la investigación del cerebro define hoy la ‘inocente’ afición a la pornografía como un ‘nuevo narcótico’ por su capacidad adictiva, tan potente como la heroína y la cocaína. Internet es el traficante que ha modificado el uso histórico de la pornografía al hacerla asequible, accesible y anónima, las tres ‘a’ que llevan a 40 millones de americanos a usarla regularmente. Gente real, practicando sexo real, mientras el adicto que observa es un narcótico en sentido literal: la pornografía actúa a través del mismo circuito neuronal, provoca los mismos efectos de tolerancia y dependencia que los narcóticos y tiene todas las propiedades de una adición. Los investigadores aseguran que quien mira constantemente pornografía en la web sufre una habituación que eleva su nivel de estimulación. Siente la necesidad de dosis más fuertes hasta que su búsqueda le lleva a la pornografía infantil. Los pedófilos no están entre solitarios y marginados, sino entre personas integradas y exitosas socialmente.