El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
El sentido común es muy malo. Te sugiere, por ejemplo, que al ir en tren es el paisaje el que se mueve o te dice que si Rodríguez Zapatero o Mariano Rajoy han llegado a presidentes, algo tendrán que tener. Einstein afirmó categóricamente que el sentido común es un conjunto de prejuicios que había sobrevivido.
Más sentido común: el Sol gira alrededor de la Tierra; parece razonable que regrese Mecano a los escenarios si su musical tuvo éxito o seguro que este percebe no me salpica al abrirlo. Como veis estamos en manos de la incertidumbre y el desatino del sentido común, que paradójicamente, a priori nos ofrece lo contrario.
Es de sentido común y eso nos tranquiliza a los madridistas, que un equipo formado por Cristiano Ronaldo, Benzema, Bale, Sergio Ramos o Arbeloa y que, además, esté entrenado por Ancelotti gane sin dificultad a un equipo ensamblado por Paco Jémez con nombres como Trashorras, Embarba, Saúl, Viera, el bendito Arbilla o Falqué. Eso nos repite el sentido común: que un resultado de 0-3 en el minuto 49 solamente pueda aumentar a favor del Real Madrid. Pero recordemos que el sentido común no asegura que un tres dividido por un cero no puede ser infinito, que Loquillo es un cantante de izquierdas o que Asturias es una región fácilmente gobernable. Pues no, gentes, desconfiad del sentido común.
Al final, seamos un poco más serios que todo eso y participemos del método científico, que es mucho más seguro y divertido que el sentido común. Si vemos que, durante el partido del sábado pasado, la defensa del Real Madrid parece la del Rayo Vallecano y viceversa, es fácilmente inferible que el resultado puede (y debe) cambiar. Esta inseguridad del fútbol, como decía Isaac Asimov, machaca las mantitas del Linus de ‘Snoopy’ que forman el sentido común.
Ante la absoluta certeza de que quien ve los nombres del Madrid frente a los del Rayo Vallecano y vive en su mundo de rositas, habita la inseguridad de verlos jugar, de descubrir que Pepe y Marcelo te pueden voltear un resultado con solo moverse un poco. Por eso, si nos descuidamos, un cero a tres puede igualarse a un cuatro a tres o, suerte la nuestra, a un dos a tres.
Visto lo visto, es de sentido común entender que el sentido común (valga la redundancia) no es madridista.