Tema de la semana

De 43 a 600 alumnos: el ‘milagro’ de la Escuela de Música de El Escorial

El centro municipal, cuya sede está en el colegio público Felipe II, se ha convertido en un auténtico referente en la comarca
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Es, de alguna manera, la joya de la corona, el mayor logro en materia de Cultura del actual Equipo de Gobierno del Foro Progresista, y sobre todo un centro que en apenas tres años se ha convertido en referente en la zona, multiplicando casi por 15 el número de alumnos. De 43 en 2003 a los casi 600 que tiene actualmente, aunque para el director de la Escuela Municipal de Música, Gabriel Gomila, “las cifras son lo de menos”. “Da igual que seamos 400, 500 o 600, lo importante es que las cosas funcionen bien y que la gente esté a gusto”. En todo caso, ese espectacular crecimiento sí es significativo y demuestra que se trata de una apuesta cuyos resultados son más que evidentes. La progresión desde 2003 hace que cada año se añadan nuevas asignaturas: “Acabamos de empezar este curso con la musicoterapia aplicada en los bebés, para niños de 1 a 3 años. Se trata de un trabajo de estimulación sensorial a través de la música. En las clases están los padres, y en esas sesiones se trabajan estímulos cotidianos y los resultados con la música, que son maravillosos”. Prueba de la buena acogida de esta iniciativa es que en apenas unos meses se ha pasado de cinco a 20 alumnos. Otro de los programas es el de música y movimiento, “que es donde aprenden a desarrollar el aparato locomotor, la coordinación, cantar pequeñas canciones y descubren el mundo de los instrumentos y sus posibilidades. Y la opción que les damos a partir de los 6 años es introducirse en el mundo de la danza, para fomentar también este mundo, que en España está muy denostado”. Luego están las clases de violín, viola, chelo, contrabajo, guitarra, bandurria, laúd, mandolina, clarinete, saxofón, trompeta, trompa, tuba, piano, percusión, flauta... “En definitiva, todo lo que es la plantilla orquestal, menos el fagot, que no tenemos profesor”.

El equipo docente está compuesto por 22 personas, a las que pronto se sumará una más. Gabriel Gomila, más que dirigir, coordina: “Es principalmente un trabajo de equipo”, señala. La Escuela, además de ir incrementando su alumnado, ha abierto un camino hacia las actuaciones pioneras de carácter social, y en estos tres años se han sucedido los acuerdos con universidades y colectivos de enfermos de Alzheimer y Parkinson, al tiempo que se han consolidado experiencias como la musicoterapia y la estimulación para bebés. En todo caso, añade Gomila, el pilar fundamental de este centro es el de las agrupaciones: “Tanto es así que los alumnos, desde que llevan dos meses, entran a formar parte de ellas. Tenemos una orquesta de pulso y púa, una orquestasinfónica, grupos de percusión, big band, grupos de metales, de chelo, coros de niños y adultos… Y con todo eso lo que hacemos es dar la oportunidad a la gente de formar parte de la agrupación, porque se aprende y se trabaja en valores como la tolerancia y el respeto”.

Una forma de trabajar que se ha ido consolidando y que ha conseguido atraer no sólo a alumnos de El Escorial, sino de otras localidades de la zona, como Villalba, Guadarrama, Valdemorillo, San Lorenzo e incluso Madrid. “Tratamos de dar una oferta más atractiva, porque estamos convencidos de que a la gente le gusta trabajar en grupo y que estimulando el trabajo en equipo se pueden conocer otras cosas, y no sólo la clase individual de un chico que va, toca su instrumento media hora, y se vuelve a su casa. A nosotros nos gusta que la gente esté varios días en la escuela, y esto es posible porque tenemos un proyecto educativo distinto”. Un proyecto que tiene que hacer frente a no pocas dificultades, la primera de ellas la del espacio, ya que la Escuela Municipal de Música tiene como sede el colegio público Felipe II. “Es difícil, porque el centro tiene actividades extraescolares por las tardes, y entre todos estamos tratando de ser muy flexibles, y eso de momento nos está muy funcionando muy bien. En ese sentido, quiero dar las gracias al colegio y a la dirección por lo mucho que nos están ayudando”.

El siguiente paso debe pasar necesariamente por la construcción de una sede propia para la Escuela, proyecto que ya está en marcha. “Este exitoso crecimiento en alumnado y la notable calidad de la enseñanza nos ha permitido gestionar un nuevo edificio que albergará la Escuela y cuyas obras comenzarán a principios de este año”, manifestó el concejal de Cultura, Lorenzo Fernández Fau, quien también destacó las múltiples posibilidades educativas de la enseñanza musical: “Hay muchos aspectos beneficiosos en el estudio de la música para los jóvenes, pues supone aprender un método de estudio, adquirir una disciplina y dominar un lenguaje distinto e integrador, por medio del cual se estimula la creatividad y la inteligencia, la memoria y la capacidad para conseguir objetivos”.
“Al tener esa autonomía de espacio”, explica Gabriel Gomila, “podremos introducir más aulas por la mañana, porque ahora tenemos muchos adultos, más de 150, y cada vez vienen más, y hay gente que prefiere estudiar por la mañana. Y mejor si es en un edificio adecuado, con aulas insonorizadas y preparado para poder tocar, para que los alumnos optimicen su trabajo”.

En cuanto a su actividad, el director de la Escuela indica que el sistema pedagógico se renueva “constantemente”. “No hacemos sólo música clásica, sino todos los tipos de música que creemos que es buena y está bien hecha y trabajada. A partir de ahí, entra todo: clásica, jazz, rock, y con los grupos montamos de todo, obras clásicas y otras no que no lo son tanto, y tocamos desde los Beatles a Mozart y de Frank Zappa a Haendel o Bach. Intentamos que la gente conozca a nuestros clásicos, que son maravillosos, y también la música que se está escribiendo actualmente, y de hecho en la Escuela hay un aula de composición donde hay alumnos que están empezando a escribir sus pequeñas obras”.

Un proyecto ambicioso, aunque entre sus objetivos no esté tanto el de convertirse en fábrica de profesionales como el de crear “aficionados”. “No se trata de que sean los mejores del mundo, sino de potenciar el mundo de la música en todas sus facetas y posibilidades y de que la gente tenga un espacio para disfrutar de esa afición”.





De la zarzuela a la música en la calle en primavera
Una orquesta con 76 músicos, una big band con 27, una banda sinfónica con 72, dos coros (de adultos y niños) y numerosas agrupaciones hacen realidad la idea de que el alumnado se implique desde el primer día en su formación musical, llevando a la práctica la convicción de que la mezcla de edades y niveles consigue profundizar tanto en el aprendizaje como en el entendimiento personal. “En la orquesta hay niños de 6 años y personas de 60 y todo funciona perfectamente, no hay ningún problema; es más, es algo absolutamente positivo”, indica Gabriel Gomila. La puesta de largo de esta propuesta fue la representación, coincidiendo con las pasadas fiestas patronales de San Bernabé, de la zarzuela Agua, azucarillos y aguardiente, donde 250 personas actuaron en directo. Todos los aspectos que conlleva un montaje de este tipo fueron asumidos por los estudiantes; coreografías, maquillaje, música, voces, sonido... “Cada ciclo de audiciones damos unos 10 días de conciertos, y pasan por el escenario un mínimo de 300 alumnos. Y luego, una o dos veces al año, intentamos hacer unos conciertos que sean emblemáticos. El año pasado, para las fiestas, montamos una zarzuela en la que participaron 250 alumnos, y ahora en el concierto de navidad han participado 150. Para marzo o abril de este año vamos a intentar sacar la Escuela a la calle y hacer conciertos por todo el pueblo con las distintas agrupaciones; hacer una semana de música en la calle en primavera”, indica el director. En cuanto a objetivos, el más importante, continúa, “es seguir creciendo, porque estamos convencidos de que existe una demanda musical en la Sierra, y queremos convertirnos en un referente cultural”.




En la página 16, imagen de la clase de laúd; en esta página, a la derecha, el director, Gabriel Gomila, y uno de los profesores, junto a un grupo de alumnas; arriba, un concierto pedagógico en la Escuela Infantil La Dehesa; y abajo, un momento de la representación de la zarzuela ‘Agua, azucarillos y aguardiente’