El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Unque sea en pequeñas dosis, la llegada de buenas noticias siempre ha de ser bienvenida. Y esto es precisamente lo que ocurre en Galapagar, donde el Equipo de Gobierno anunció ayer una bajada el próximo año del 20 por ciento de media en la tasa de basuras, medida a la que sumarán otras reducciones en tributos como el IAE, el ICIO o las tasas por licencias urbanísticas y apertura de establecimientos. Sin duda el IBI es el impuesto que más ‘sufren’ las familias actualmente, pero la Ley de Estabilidad Presupuestaria hacía imposible recortar por esta parte; sin embargo, el Ejecutivo acertadamente ha optado por meter la tijera en el recibo de la basura, al que en 2015 seguirá el de vehículos. No son grandes cantidades, pero sí una mínima alegría para unos bolsillos que en los últimos años han sido castigados de forma continua. Un esfuerzo que, tal como subrayó el alcalde, empieza a dar sus frutos, iniciando la senda de la recuperación, aunque -como ocurre en el ámbito nacional- la salida de la crisis todavía parezca lejana para numerosas familias.
Por otra parte, y al margen de ese respiro, la iniciativa del Gobierno galapagueño tiene una segunda lectura, que en ningún caso ha de entenderse como menor: con la bajada del Impuesto de Actividades Económicas y el ICIO, entre otros tributos, se busca impulsar la actividad comercial y empresarial, sentando las bases para que, una vez que recuperemos el camino del crecimiento, la localidad esté en disposición de ofrecer un valor añadido respecto a otros municipios de la comarca. De momento son pequeños pasos, pero muy significativos en un momento como el actual, donde no sólo es necesario actuar para hacer frente a las necesidades más inmediatas, sino también gestionar con visión de futuro. Y en ello es fundamental la estabilidad con la que está trabajando el actual Ejecutivo de Galapagar, lejos de aquellas épocas, todavía recientes, de pactos a tres, cuatro o cinco bandas, que provocaron despropósitos de todo tipo, gastos inútiles y una convulsa situación política que ahora, unos años después, y a pesar del complicado contexto económico a nivel general, parece definitivamente superada.