El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
El PSOE está sumido en una indefinición que pocos entienden. Por una parte, no es partidario de revoluciones, pero aplaude o al menos parece comprender todas las ‘movidas’ que se producen a su izquierda. Y como la inmensa mayoría de las personas mayores, entre los que aún hay en nuestro país muchos votantes socialistas, no suelen ser partidarias de las algaradas, los escraches y, si me apuran, ni siquiera de las concentraciones de camisetas, sean blancas, verdes o amarillas; pues eso, que los socialistas empiezan a estar más solos que la una. Los militantes más veteranos del PSOE, los que respaldaron incondicionalmente a Felipe González, y a quienes algunos ahora califican como ‘vieja guardia’, reivindican justicia e igualdad, pero tienen paciencia y lo que más desean es vivir, incluso su pobreza, con tranquilidad, sin la ansiedad que produce ver un país lleno de conflictos y regido por partidos incapaces de garantizar que las cosas vayan aún a peor. Por otro lado, estamos los jóvenes, la mayoría sin expectativas de futuro, que sí queremos revoluciones que permitan cambiar la situación actual, pero que no nos fiamos de un partido que gobernó durante ocho años consecutivos en este iniciado siglo y no hizo ninguna revolución. Más bien al contrario.
Lamento decirlo, pero como esta situación se prolongue, al PSOE le puede pasar lo mismo que a sus socios del PSC, que al final no le va a votar siquiera los que lo han hecho toda la vida
PEDRO MORUATE
Los Arroyos-El Escorial