ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
Los novilleros Fernando Rey, Curro de la Casa y Francisco José Espada, junto a la ganadería de Carmen Segovia, han sido los grandes protagonistas de la feria de novilladas de Moralzarzal. Un abono que ha tenido argumento e interés y donde han pasado muchas cosas relevantes, con la destacada noticia de las buenas entradas de público que ha tenido el coso cubierto. A pesar de la crisis, esta temporada se está demostrando que a los festejos organizados con criterio y alicientes la gente está respondiendo.
En el capítulo ganadero, cabe destacar la excelente, bien hecha y seria novillada de Carmen Segovia, que dio muy buen juego, con indulto incluido. La de Jandilla tuvo un ejemplar bueno, al igual que La Guadamilla, que también enlotó un par de astados con posibilidades, si bien en el cómputo global fue la peor de las tres. En la novillada sin picadores sólo mencionar un bravo eral que fue premiado con la vuelta al ruedo; un oasis dentro del deficiente encierro de Ángel Luis Peña.
El acontecimiento más importante de este buen ciclo serrano tuvo lugar el domingo 29 de septiembre con el indulto de un gran novillo de Carmen Segovia a manos de Fernando Rey, que se hizo valedor de los máximos trofeos simbólicos. Un animal bravo y bueno que lució mucho en manos del novillero malagueño. La faena creció en intensidad y fue a más gracias a la generosidad de Fernando Rey y a la condición de Ricitos. La faena tuvo emoción y los airosos remates por bajo llegaron al tendido, que solicitó el indulto de este gran ejemplar de la vacada serrana. Antes, Rey había firmado una faena muy entregada y en novillero frente a otro buen astado, al que terminó cortando un trofeo, para de esta forma llevarse el Trofeo Frascuelo de Plata.
Mario Diéguez toreó muy bien de capa, pero luego no fue capaz de entender con la muleta la noble condición de su oponente. Dentro del buen encierro, Daniel Crespo tampoco aprovechó las virtudes de su primero.
Curro de la Casa fue otro de los nombres propios del serial. Acabó desorejando uno de los mejores utreros de la manejable y mansa novillada de Jandilla jugada el lunes. Muy encajado en todo momento, la suya no pudo ser una faena ligada por la tardanza de su oponente en tomar las telas, pero sí estuvo presidida por su solemnidad y el trazo de muchos pases. Una serie por la derecha y una buena estocada le pusieron el triunfo en bandeja.
Mazzantini no estuvo a la altura del novillo que rompió plaza y que fue el más potable de un sexteto que duró poco en líneas generales. El trasteo tuvo altibajos y no acabó de redondear. El cordobés incluso se tiró a matar con una toalla, pero se debió conformar con recorrer el anillo.
Miguel Ángel Silva sorteó el lote más desagradecido. En primer lugar, un novillo del hierro titular que no se prestó al lucimiento, y posteriormente un sobrero de Carmen Segovia con muchas dificultades y ante el que logró escaparse de verdadero milagro.
El peor encierro llevó el pial de La Guadamilla. Fue desigual de presentación, con varios al límite para esta feria y otros de feo tipo. Tampoco le acompañó su juego y sólo un par de novillos pueden salvarse de un conjunto por debajo de lo esperado.
Lo mejor de la tarde llevó la firma del novillero Francisco José Espada, que desorejó a un astado noble y a más. Su faena fue muy en el estilo de César Jiménez, su apoderado. Mostró largura, suavidad y temple sobre ambos pitones, aunque pecó de torear periférico. Los remates tuvieron gusto y la buena estocada ayudaron al doble trofeo. Luego no acabó de meterse con un novillo muy ofensivo. Espada volvió a estar suelto, pero falló a espadas.
El mejor de La Guadamilla entró en el sorteo de Fernando Lomeña. Se le vieron muchas carencias, no apostó nunca y no justificó su presencia en un ciclo tan relevante.
Por contra, Sebastián Ritter realizó una faena muy solemne, valerosa y donde se dio un verdadero arrimón ante un novillo muy aplomado. Pagó con sangre su disposición porque fue prendido en el gemelo de una cornada que necesitó varios puntos de sutura. Su oreja tuvo más peso que otras otorgadas.
En la novillada sin picadores destacó la buena actuación de Adrián Henche, además de las formas de Louis Husson. El primero desorejó al novillo premiado con la vuelta al ruedo, toreando muy largo y con sentido del temple. Por su parte, el francés toreó con estética y profundidad. Tan sólo logro una oreja y dio una vuelta al ruedo, pero el premio debió ser mayor. El presidente estuvo rácano con este joven novillero. La faena a su segundo fue de muchos quilates y es complicado poner tanto gusto cuando delante tienes un eral tan chico y que decía tan poco embistiendo.
Pablo Mora mostró una encomiable actitud durante la lidia de sus dos oponentes, pero estos fueron muy mansos. Habrá que esperar a que tenga en sus manos otro material más potable.