El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
“En la antesala de los festejos de Santiago Apóstol, conocidos durante los años de la posguerra como fiestas de los ‘veraneantes’, que, vayan ustedes a saber por qué motivo, las hicieron coincidir con la festividad del patrón de España, recuerdo que su talla, con caballo incluido, fue paseada en procesión durante muchos años por las calles villalbinas, eso sí, acompañada por un cortejo en el que, además de los vecinos, siempre estaba el cura párroco, el alcalde y la Guardia Civil del ‘tricornio’ y mostacho. El santo, adquirido por donación popular, ocupó durante años un lugar de privilegio en la hoy ermita de la Santísima Trinidad, siendo posteriormente desterrado a la ermita de la Colonia España por el nuevo párroco, Carlos Sáinz, sin explicación alguna. Algunos decían que a este sacerdote no le gustaba tener en ‘su’ iglesia a un matamoros a caballo y espada en ristre. La imagen (sin caballo) que sale ahora en procesión también ha sido donada a la parroquia de la Estación tras, suponemos, llegar algunos vecinos a la conclusión de que las fiestas de este populoso barrio merecían, al menos, tener un santo. Y mis sufridos lectores se preguntarán. ¿Por qué nos cuenta hoy Lobo Cojo este rollo? Pues muy sencillo: primero, porque no quiero volver a hablar de los dineros despilfarrados con alevosía por JP en estos festejos durante una larga década (toros y festivales incluidos). Y, segundo, porque hay mucha gente que aún sigue creyendo que estas son las fiestas patronales de Collado Villalba, cuando el patrón de nuestro municipio ha sido, es y seguirá siendo -al menos hasta que la Iglesia no diga lo contrario-, San Antonio de Pádua”.