ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
Hilario Serrano fue un ganadero de corazón grande y de muchos sueños incumplidos. Algunos los hizo realidad, pero su lucha debió tener mayor reconocimiento. El toro fue su vida. Más de 20 de años de intenso sacrificio. Hilario fue un verdadero romántico, amaba al toro bravo y le ofreció la vida que un animal luego le quitó. Hombre generoso. Quería a su ciudad como ninguno: lo demostró con hechos, no sólo con palabras.
Aunque si le hubieran dado a elegir, seguro que Hilario hubiera elegido ese desenlace. Amaba a sus toros y su afición era infinita. Nada se le ponía por delante en su camino. Él era todo, todo en una misma persona. Un luchador incansable en busca de ese toro y esa plaza soñada. Se le echa de menos. Su recuerdo perdurará entre los que le conocimos y respetamos. Pronto se cumplirá un año de su fallecimiento. Un año sin recibir una llamada. Hablar de Hilario es hablar de un amigo que siempre está en la memoria y al que todos lloramos en su muerte. Ahora nos queda su recuerdo, su legado, que no se olvida. Interminables horas de tertulias y anécdotas. Tuve la suerte de hacerle su última entrevista. A cada paso se jugaba una vida llena de ilusiones, las que siempre dieron sentido a su vida. Seguro que donde ahora esté tendrá esa sonrisa de hombre sereno y de paz interior que le proporcionaba tantas horas en la soledad del campo. Lo suyo estaba fuera de todo pronóstico. En la presentación de carteles, tu butaca estaba vacía. Esa misma donde juntos vivimos justo hace un año la ilusión de volver lidiar tus toros en tu pueblo, después del éxito de 2011. Esa sería la última parada, aunque ahora desde la eternidad disfrutarás de lo mucho que lograste por un sueño. Ese mismo que ojalá tenga en un futuro no lejano el renacer de un nombre y un apellido que debería seguir ligado a la crianza del toro bravo. Siempre ese hijo del que me hablabas, ese heredero que tendría que recoger el testigo, seguro que todavía tiene alguna página con letras de oro por escribir en tu eterna memoria. Un amigo.