Opinión

UPyD sigue siendo una incógnita

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Aunque los sondeos de opinión les dan unas buenas expectativas, UPyD sigue siendo una incógnita para la mayoría de los españoles, que siguen preguntándose: ¿Es UPyD un partido de derechas o de izquierdas? Pese a que en Wikipedia se indique que es un partido de centroderecha, muchos de sus militantes, simpatizantes y votantes argumentan que es un partido de centro. Pero sus dirigentes directamente no responden a esta pregunta.

En mi opinión, el partido de Rosa Díez no es de izquierda, ni de centroderecha. Lo que pretende es convertirse en un partido de derechas con ciertos tintes liberales. Y lo que ya no entiendo es que algunos responsables insistan en autodenominarse progresista, cuando todos sabemos que el progresismo se asocia a la izquierda y el partido magenta apoya, al menos hasta ahora, muchas de las propuestas hechas por los conservadores. Ejemplo: ha evitado junto con el PP que cambiaran de nombre en Madrid la calle General Mola, personaje franquista; ha permitido que el PP gobierne el Ayuntamiento de Getafe; ha apoyado la idea sanitaria del PP; los populares han contado con el apoyo de UPyD para aumentar el Bachillerato; ambos partidos se unieron para que no se congelaran los precios del transporte público; los populares recibieron el apoyo de la formación magenta para renovar el Consejo General del Poder Judicial. ¿Hacen falta más pruebas?
Tampoco podemos obviar la doble cara mostrada por la señora Rosa Díez al clamar a los cuatro vientos que los grupos parlamentarios formados por la unión de diputados de varios partidos eran una ‘chapuza’; o que era contraria a determinadas alianzas o pactos políticos cuando, en el año 1991, fue ella una de las más fieles defensoras de la alianza del PSOE vasco con el PNV.

Las redes sociales permiten conocer al detalle la vida y milagros de este partido y a través de ellas he podido sacar las siguientes conclusiones. Primero: que UPyD podría convertirse en un fraude político tras nacer como un proyecto renovador y de carácter regenerador que ahora parece convertido en un instrumento dispuesto a saciar los intereses de Rosa Díez. Segundo: que en este partido, a la hora de tomar decisiones, se utiliza un evidente autoritarismo, lo que ha propiciado hace tiempo que muchos de sus antiguos militantes optaran por arrojar la toalla y abandonar la militancia en el mismo. La tercera y más importante de estas conclusiones tiene que ver, ¿cómo no?, con su confusa ideología política. Al respecto se dice que el colapso interno del partido está reflejado en sus propuestas políticas y programáticas, muchas de ellas coyunturales, como el apoyo a algunas causas con fines puramente electorales y otras tan insólitas como el ‘federalismo cooperativo de intensidad media’. UPyD ha ido suprimiendo buena parte de sus principios liberales y transversales en sus planteamientos políticos, limitándose a reiterar básicamente algunas vagas generalidades incapaces de solucionar la grave situación política y económica que vive España.

También se nota cierto desencanto por la poca transparencia interna que existe en esta formación. Y es lógico, porque si no son democráticos entre ellos mismos, ¿qué democracia querrán para la sociedad?