Editorial

La historia se repite, esta vez con un ataque contra la sede de Izquierda Unida en Moralzarzal

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Hace unas semanas asistimos al incendio intencionado del coche de una concejala independiente de El Boalo, meses después de que el vehículo del edil de Deportes y Juventud de Torrelodones también saliese en llamas tras ser alcanzado por un ‘cóctel molotov’ a la entrada de su propia casa. La historia se repite ahora en Moralzarzal, en este caso en un ataque contra la sede de Izquierda Unida, situada en la céntrica calle Iglesia. Unos desconocidos lanzaron un neumático ardiendo en el interior del local, si bien la rápida respuesta de los vecinos de la zona evitó que el siniestro pasara a mayores, lo que no óbice para que una vez más salten todas las alarmas. Es necesario acabar de una vez por todas con todo tipo de actos radicales, sean del signo que sean, que en definitiva no persiguen otra cosa que amenazar a las víctimas de tan lamentables hechos. Las autoridades han de perseguir al autor o autores del ataque, pero también hay que censurar a quien amparan, consienten e incluso jalean actos como este, que constituyen un auténtico atropello a la calidad democrática en la Sierra. Lo más grave es que no se trata de un hecho aislado, sino que desafortunadamente cada vez es más habitual encontrarnos con noticias como esta o como las amenazas ultras que recibió desde un blog neonazi un ex edil de Izquierda Unida de Alpedrete.

Es necesario acabar con la impunidad que a menudo rodea hechos como estos, condenándolos de manera explícita y sin matices, además de llamar a la reflexión de la sociedad serrana. Todo ello sin olvidar que el incendio, que finalmente sólo produjo daños materiales, pudo haber tenido consecuencias mucho más graves en caso de haberse propagado a las viviendas situadas junto a la sede de la coalición de izquierdas. Y, en todo caso, no vale quedarse en la autocomplaciente resignación del ‘afortunadamente no pasó nada’, sino condenar los hechos alto y claro, reclamar su investigación hasta el final y luchar, cada uno desde su posición, para que no tengamos que hablar una vez más de ataques, incendios y amenazas.