Opinión

¿Periodismo científico?

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Ana Pastor, la periodista, volvía a televisión el pasado domingo, tras cierta campaña mediática. No suya, sino de los medios propiamente dichos. El regreso de Ana Pastor sólo es el regreso de una periodista, en efecto, pero muchos esperan que regrese también su celebrado tono inquisitivo, ahora que nos hemos encontrado con muchas preguntas y con muy pocas respuestas. Estaba Évole para formularlas, con ese descaro de chico de barrio, es cierto, pero Évole ha decidido volar y descansar hasta la próxima temporada y Ana Pastor ha llegado para cubrir ese hueco algo inconfortable del preguntón irredento.


Dice ella que el programa está basado en un formato americano (como todo) en el que importan los datos, no las opiniones. La realidad son los datos y las opiniones a veces no dejan ver los números. Ana Pastor se ha traído colaboradores de todo pelaje, como debe ser, pero ella no aspira a opinar, insiste, porque, por lo visto, ya hay demasiada opinión en la pequeña pantalla. Lo que no hay son datos. Ana Pastor quiere medir lo que pasa. Sacar las gráficas, las calculadoras, las hemerotecas. Periodismo científico si quieren.Y al mismo tiempo espera discutir por qué tantas veces se dan datos que no son ciertos, como si lo fueran. Tiene Ana Pastor la sensación de que se venden realidades que no son exactamente así, aunque lo parezcan. La crisis, después de todo, ha sido eso.

El domingo pasado empezó buscando qué habrá de verdad en la transparencia y mostró un vídeo en el que los políticos decían todo el rato justo eso, la palabra “transparencia”. O sea, la periodista trató de demostrar la distancia que existe entre lo que hay y lo que se dice. Y entre la propaganda y la realidad. Un empeño bastante difícil, claro. Tiene el “objetivo”, que así se llama, un evidente espíritu didáctico. Y pasión por los números. Pero después de lo visto y de todo lo que acabamos de decir, yo me pregunto: ¿Podrá este programa vivir sin el morbo de las opiniones encontradas? ¿Sin el fragor de los opinadores de plató a los que tan acostumbrados estamos en nuestro país? ¿Podrá vivir sólo con el dato, tan frío como certero? Además de suerte, le deseamos mucho éxito.