Dos de los finalistas del certamen celebrado en Vistalegre (Foto: Cedida)
La quinta edición del Certamen tuvo otros nombres, como Javier Cortés y Cabello
ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
El novillero albaceteño Miguel Tendero se proclamó vencedor el pasado domingo, 10 de diciembre, en el V Trofeo La Oportunidad, celebrado durante la pasada semana en el Palacio Vistalegre de Madrid. Un certamen con cosas interesantes y otras que se deben de mejorar (aspecto ganadero, por ejemplo), pero que ha vuelto a ser un buen escaparate para los novilleros que están comenzado. La empresa del coso, la Federación de Escuelas Taurinas y la Fundación “El Juli” formaron un trío imprescindible para que el certamen saliera a flote. Junto a Tendero, compitieron una baraja de novilleros con buenas cualidades para funcionar en un futuro como Javier Cortés o Juan Carlos Cabello. Ninguno apuntó cosas fuera de lo común, ya que el nivel de los actuantes se dividió en dos: por un lado, novilleros muy preparados, con mucho oficio y a las puertas ya de debutar con picadores (alguno ya tendría que estar); y por otro, novilleros muy tiernos y poco preparados que hay que ver cómo evolucionan. Uno de los grandes errores de esta edición ha sido el aumento en el precio de las localidades, lo que ha provocado una gran disminución en la asistencia de público en más de la mitad respecto a otras ediciones.
El pasado viernes 8 comenzó la primera novillada sin picadores semifinal del V Certamen La Oportunidad. Con una escasa asistencia de público en los tendidos, se lidió ganado de Jaime Brujó que dio escasas facilidades a los seis coletas actuantes por el genio y la brusquedad que desarrollaron los erales; sólo se pueden salvar un par de animales, sobre todo el sexto.
Manuel Larios, un novillero demasiado visto en estas lides, tuvo una actuación poco lucida, ya que aunque el eral no le ayudó en exceso, él ofreció un toreo despegado y sin ajuste que no tuvo eco.
Miguel Tendero se destapó en Vistalegre como uno de novilleros con más cualidades para funcionar y uno de los mejores de este encuentro. Tendero tuvo una actuación muy maciza, haciendo un toreo muy asentado, templado y donde imprimió varias tandas muy ligadas que gustaron mucho a los aficionados. Firme, muy roto, con las manos muy bajas y arrastrando media muleta por la arena entusiasmó. Cortó una oreja de ley.
Juan Carlos Cabello toreó con el capote de forma primorosa a su novillo, imprimiendo sentimiento y duende. Con la franela consiguió buenas tandas a pesar de que el de Brujó era remiso a tomar el engaño. Dejó pinceladas sueltas. A Cabello le faltó, eso sí, atacar un poquito más al novillo en algunos momentos. Para él fue también un trofeo.
Juan Luis Rodríguez tiró de oficio con un novillo muy brusco que embestía con violencia y mucha aspereza. Al de Albacete se le vio con mucha técnica y preparado para afrontar compromisos mayores. Al final, muy en cercanías, el novillo le propinó una fea voltereta.
Jerónimo Delgado apenas pudo esbozar algún pasaje lucido debido a la nula colaboración de su oponente. Se le vio firme y muy dispuesto.
Cerró la mañana Vicente Montes con el mejor novillo. El eral embistió con largura y repitió con codicia. Montes le compuso una labor muy sincera y con muchas ganas. No consiguió estar a la altura, pero es que el madrileño está aún muy nuevo y tiene que pulir todavía muchos defectos. Es lógico en un chaval tan poco rodado.
La segunda semifinal anunciaba novillos santacolomeños de Río Grande para otros seis clasificados en la segunda semifinal de este certamen. La novillada les vino algo grande para los coletas, ya que la raza, la casta y, en ocasiones, las complicaciones fueron una dura papeleta a la que no siempre supieron hacer frente. Los novilleros de la actualidad no están habituados a este comportamiento, por lo que a veces fueron volteados.
Carlos Guzmán, un “protegido” de la Escuela de Madrid, se enfrentó a dos oponentes por cogida de Sergio Blasco. A su primero, un eral que no pasaba, le realizó una labor correcta y con oficio. Su segundo tuvo movilidad, casta y carbón. Guzmán, precavido, no hizo el esfuerzo ni apostó con un novillo con el que si se la juega de verdad hubiera obtenido un éxito.
Javier Cortés se llevó la oreja de más peso del festejo. El madrileño derrochó raza y buscó las vueltas a un eral que se movía, pero sin entregarse. Cortés manifestó sus ganas de querer ser torero en fases muy brillantes y tras un espadazo volcándose tocó pelo.
Por su parte, Daniel Palencia con un ríogrande manejable, estuvo espeso y debe coger más oficio. Román Pérez cimentó una faena larga, espesa y con frialdad que no transmitió al tendido. Otra oreja, ésta un tanto generosa, fue para Gómez del Pilar que arropado por los muchos amigos que se acercaron a verle le hicieron acreedor de este premio tras una labor entregada ante un animal que aunque noble tendía a puntear el engaño.
El domingo 10, “La Oportunidad” llegó a su fin con los tres novilleros clasificados. Para la ocasión, se reseñó un sexteto de erales con el hierro de Sayalero Monje, bien presentado y que tuvo tres ejemplares de buena nota y posibilitaron el triunfo de la terna. Fue un festejo entretenido, con faenas a veces un punto intermitentes pero que si la terna hubiera manejado con más tino la espada hubieran podido sumar más trofeos. Se proclamó triunfador del certamen Miguel Tendero, que fue quien realizó las faenas más compactas de la mañana. A su primero le toreó con mucha seguridad, en una faena muy ligada, con las manos muy bajas. Con gran temple, dejó de manifiesto ser un torero poderoso y que por momentos recuerda a su paisano Manuel Caballero. La espada le privó de volver a puntuar en el cuarto. Un animal con poco fondo con el que Tendero hilvanó una primera fase muy brillante.
Juan Carlos Cabello tuvo la suerte de encontrarse con el quinto, un animal bravo y noble con el compuso una labor intermitente. Fue muy bueno el inicio de faena, luego se amontonó y terminó con buenos pasajes. Sin terminar de redondear ante la buena condición de este eral, pudo cortar un trofeo si esta más acertado con el acero. Con su primero, Cabello poco pudo hacer. Román Pérez entro en esa novillada sin terminar de entenderse después de la pobre imagen ofrecida en su anterior comparecencia. Caprichos del jurado... Por el camino se quedaron otros novilleros con más méritos. Pérez le cortó la oreja al tercero, otro un buen novillo de Sayalero, con el que el de Salamanca le realizó una faena ligada y templada pero con el reiterativo defecto de echarse el novillo fuera. Con el muy deslucido sexto, abrevió. Era imposible.