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El desembarco de Normandía

OPINIÓN

ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
Tomás Entero, nuevo empresario en Huesca. No está en solitario, sino de la mano de los hermanos Luna, Tomás y Diego. Han sido el trampolín para meter la cabeza. Los Luna son de la tierra, se mueven bien y tienen lazos de unión a nivel político y empresarial. Entero mira a Zaragoza, aunque esa plaza la tenga más lejana que el Gibraltar para España. Esa ha sido la clave para alcanzar la plaza de la ciudad oscense, que alcanzó su mayor esplendor con el recordado Justo Ojeda y que en los últimos años ha dado muchos bandazos empresariales. No sé qué podrá aportar Entero a esta plaza.

Por cierto, el propio Entero acaba de hacer unas declaraciones de las suyas, donde en vez de denunciar el atropello de la alcaldesa, se ha dedicado a dar vaselina. Sólo se entiende ese discurso para merodear a ver si en un futuro no lejano la regidora alpedreteña cambia su postura y vuelve a acordarse de su fiel amigo de Colmenarejo. Con actitudes tan poco valientes, así va la Fiesta de los toros.

Volviendo al asunto de Huesca, cabe decir que esta será la segunda vez que Entero salga de la Comunidad de Madrid para organizar una feria. En la primera no salió demasiado bien parado y se disipó como la gaseosa. No duro ni un suspiro. Fue en Vitoria, donde montó un serial sin brillo. Un año apenas y no hubo renovación porque después del trabajo de la Comisión de Aficionados Vitauri no había comparación. Compró una corrida de Núñez del Cuvillo de la que el maestro Manolo Molés aseguró que eran unos cuvillos tan raros como los discos o relojes que uno puede adquirir en las mantas piratas del Metro de Madrid. Aquellos elefantes con cuernos todavía se recuerdan. Desde luego que comprar calidad en toro no ha sido precisamente un ejemplo; ya saben: la pela es la pela.