OPINIÓN
ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
Las injusticias son comunes en el mundo taurino. Este año se están cometiendo con Iván Fandiño, un diestro que provoca un gran respeto entre los aficionados y que fue el torero más relevante de la pasada campaña. Las empresas no le están dando el trato que merece y que se ha ganado con la espada y la muleta frente al toro. En Sevilla pidió Miuras y victorinos y le han dejado fuera después de cortar una oreja en 2012. En Valencia abrió dos veces la puerta grande y en la Feria de Fallas sólo le dieron las migajas de una rácana tarde con una de Fuente Ymbro donde volvió a puntuar. La gran baza será en San Isidro, donde Iván de Orduña se juega su carrera y el verse en los carteles con las grandes figuras. Ante toros de Adolfo Martín, Parladé y Alcurrucén deberá buscar ese triunfo que le haga imprescindible en todas las ferias, con algunas figuras que por el momento le están cerrando puertas y no le dejan paso para verse acartelado con ellos. Son esos vetos del mundo del toro que nadie dice, pero donde los apoderados de los que mandan eligen corrida y los compañeros que tienen que ir. A veces acompañan figuras y en ocasiones se impone a coletas que no hagan sombra. Fandiño molesta, es un gallo de pelea, está en ese punto en que lo ve muy claro y es capaz de competir con quien tenga delante. Tiene valor para aburrir y su camino recto y por la vía de la verdad no encaja.