Opinión
ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
La huelga de subalternos amenaza la celebración de las ferias de Valencia, Sevilla y Madrid. Todo el invierno sin mover ficha, lo veníamos avisando, y se espera a que el toro salte a la arena para montar el lío. Esto no beneficia a nadie y el sector vuelve a pecar de no buscar soluciones, más allá de los intereses particulares de cada gremio. Esperemos que se solucione, que se garantice la Seguridad Social de las cuadrillas y se rebajen mínimos para lograr la viabilidad del espectáculo. Parece que un acuerdo es posible, pero como siempre, tarde y mal.
Mientras tanto el pasado fin de semana se celebró la feria de Olivenza, un ciclo con glamour, y la primera feria del calendario donde se agrupan las figuras del escalafón. La novillada tuvo a cuatro novilleros que debutaban con picadores, que aportaron proyección y frescura a un escalafón avieso de jóvenes que de verdad ilusionen. Posada de Maravillas bordó el toreo y acabó indultando un gran novillo de El Freixo; José Garrido demostró ser un torero sólido, de mucho valor y poderío; Lama de Góngora, un sevillano con empaque y torería, además de gusto; y a Miguel Ángel Silva se le vio vertical y con un buen concepto. Lo más probable es que ninguno llegue a figura, esta profesión es muy compleja, pero al menos se demostró que quieren ser toreros y que se tiene que contar con ellos. Junto a otros, que también tienen cualidades y que tienen proyección como David Martín Escudero, Gonzalo Caballero, Fernando Rey, Tomás Campos o Román. Luego llegarán las ferias del verano, las de los novilleros, y comenzarán a contratar a los que llevan los de siempre, al amigo o al recomendado del político de turno, pero pocas veces se hace contando con el que de verdad se lo merece y se lo ha ganado. Este es uno de los males de esta Fiesta, los intereses. Todo hay que decir que estos cuatro novilleros tuvieron una novillada de Julián López El Juli muy a modo, bonita y de buen juego. Otra cosa es que los pitones no acabasen en punta y en su lugar hubiera una bola más gorda que las de jugar al billar.
Claro, que para bolas, bolitas, bolazas y vainas de pitones partidos las de los toretes de Garcigrande y Zalduendo, o zalcuento, porque a estas alturas ya no se sabe lo que es. En esta Fiesta debe reinar la emoción, la presencia de un toro y la dignidad de un encierro no de Madrid, pero sí de una plaza de toros de segunda categoría. Mientras que no demos seriedad a este espectáculo todo se cae por su propio peso.