Editorial

La tentación de tirar piedras contra el propio tejado del Auditorio de San Lorenzo

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
La sentencia que obliga a la Comunidad de Madrid a pagar 40 millones de euros por la expropiación de la finca donde se levantó el Teatro Auditorio de San Lorenzo de El Escorial ha puesto esta infraestructura cultural en el punto de mira, encontrándonos con reacciones de todo tipo, desde quienes afirman que se trata de nuestro particular aeropuerto de Castellón a quienes sostienen que no reporta ningún beneficio al municipio.

Cierto que con un fallo judicial de este tipo es fácil caer en la tentación de hacer declaraciones en sentido crítico, pero de ninguna forma se puede decir que no tiene actividad cuando precisamente en unas semanas va a dar comienzo una nueva edición del Festival de Semana Santa y las pasadas Navidades se celebró un ciclo especialmente dirigido al público familiar. Tampoco cabe olvidar que por el Auditorio han pasado desde 2006 primeras figuras de las artes escénicas, destacando conciertos y producciones operísticas de talla mundial. Otra cosa es que la crisis también haya pasado factura a este espacio, que en cierto modo aún está buscando su sitio, pero que durante este tiempo ha sido escenario de espectáculos de indudable calidad, sin que muchas veces hayan encontrado la respuesta esperada por parte del público. En este sentido, lo importante, más allá de abundar en la demagogia, es buscar un diagnóstico para encontrar las soluciones que permitan que su programación conecte más con los vecinos de San Lorenzo y, en general, con los de la Sierra, amén de convertirse en una alternativa apetecible para los ciudadanos de Madrid capital.

En cuanto a la sentencia que ha dado lugar a este millonario pago, lo primero qué cabe preguntarse es cómo puede existir una diferencia tan importante entre la valoración que en su momento -1999, cuando se puso en marcha este proyecto, un capricho personal de Alberto Ruiz Gallardón- realizó la Comunidad de Madrid con la que pedían los propietarios del suelo (más de 30 millones, cantidad a la que ahora hay que sumar los intereses). Es ahí donde hay que pedir responsabilidades, pero no se trata de tirar piedras contra el propio tejado del Auditorio, que, a fin de cuentas, y más allá de las resoluciones judiciales, es una de las infraestructuras culturales más importantes de la región.