Opinión

Educación laica y libertad de conciencia

Tribuna

Chema Górriz

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
En Libertad Digital, leo la siguiente noticia: “El colegio público Hilarión Jimeno de Zaragoza ha decidido suprimir este año el festival de Navidad, medida que tiene como único objetivo defender y promover la educación laica”. Esta polémica y absurda decisión ha sido contestada inmediatamente por la AMPA de este centro con una campaña de recogida de firmas que, supongo, en función del respaldo que obtengan, facilitará la presentación de los recursos que consideren necesarios para hacer que se respete la voluntad soberana de los padres y madres de dichos alumnos.

Bien, esta noticia me hace recordar otra decisión no menos polémica adoptada este mismo año por la Junta de Andalucía cuando ordenó retirar de las paredes del colegio público San Juan de la Cruz de Úbeda (Jaén) los crucifijos porque así lo habían solicitado varios padres de alumnos escolarizados en este centro docente. Las razones que al respecto pueden esgrimirse, según el artículo 16 de nuestra Constitución, no pueden ser otras que el derecho a la libertad ideológica y religiosa de los alumnos (de algunos alumnos), en su vertiente negativa, que conlleva el derecho a no tener que soportar proselitismo ajeno, aderezado por la neutralidad que reviste la afirmación del principio constitucional de laicidad estatal.

Casos de estas mismas características han sido resueltos por las autoridades del Estado alemán de Baviera y en Italia, donde el crucifijo o los actos organizados por los católicos en los centros escolares durante las fiestas navideñas se siguen respetando, pese a que los principios constitucionales que rigen en dichos países no son distintos al nuestro en cuanto a libertad de conciencia y neutralidad estatal. “Fundamentalmente, se ha aducido al respecto -según recogía en uno de sus artículos Manuel Alenda, catedrático de Derecho Eclesiástico- la proyección de la libertad de creencias, esta vez en su vertiente positiva, por parte de los alumnos, incluso profesores que desean el mantenimiento del crucifijo, así como razones de tradición e Historia; actitudes que se decantan en definitiva, hacia una aconfesionalidad de tipo positivo”.

Por el contrario, la resolución administrativa andaluza resulta acorde con la posición adoptada por Estados como el francés y el turco, que impiden la presencia de simbología religiosa en las aulas públicas, incluso la llevada por los alumnos si esta se considera ostensible.

En nuestro país, al menos hasta ahora, desde el Gobierno central se ha venido sosteniendo que una decisión como la tomada por la dirección del colegio público de Zaragoza o por el gobierno autónomo andaluz competía adoptarla, en su caso, al consejo escolar del centro docente donde se suscitara el problema. En Úbeda algunos padres de alumnos apostaron por retirar el crucifijo de las paredes , pero en Zaragoza nadie ha consultado a la Asociación de Padres y Madres de Alumnos, de ahí la reacción de estos para emprender de inmediato una campaña de captación de firmas que permita anular la decisión tomada unilateralmente por el claustro de docentes.

Ante la sensibilidad que rodea a estos temas no seré yo quien entre a criticar las decisiones adoptadas en ambos casos, pero lo que sí me llama la atención y por tanto así lo expongo es que el Gobierno de Aragón se inhiba y por tanto acepte la suspensión de los actos navideños en el colegio Hilarón Jimeno porque así lo ha acordado unilateralmente el claustro de profesores sin consulta previa a los padres de los alumnos. ¿Dejarán también de celebrar las fiestas del Pilar por su connotación religiosa? Y en cuanto al caso de Úbeda, me sorprende que la Junta de Andalucía haya mostrado más preocupación por ordenar retirar el crucifijo de las aulas que por quitar el santo al nombre del citado colegio (San Juan de la Cruz). Me imagino que esto lo dejarán para más adelante porque en los asuntos relacionados con la laicidad y la libertad de conciencia cada día se riza más el rizo de lo estúpido.