El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Rros se consideraban entidades sin ánimo de lucro y presumían de que sus beneficios serían destinados a nuestro bienestar? Qué tiempos, ¿verdad?. Ahora, entre las preferentes, sus vinculaciones con el ladrillo y otras locuras han pasado a ser un incómodo compañero de fatigas que, además de su inoperancia, hemos de mantener con nuestros propios dineros. Y todo ello para que sigan haciendo lo que les da la real gana. Y si no, pídanles un modesto crédito y verán con que desparpajo les dicen que ‘nones’.
JAVIER GARMENDIA
Galapagar