El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
“Con la crisis económica llegando casi a la altura de nuestras orejas; con el desempleo al borde de un ataque de nervios y con decenas de familias en el umbral de la pobreza, creo que estamos moralmente obligados a abordar este 2013 con el convencimiento de que lo peor ha pasado y que, a partir de ahora, a todos nos va a ir un poco mejor. Desde luego no seré yo quien les hable de brotes verdes, como hizo en su momento aquella ministra de Zapatero de cuyo nombre es mejor no acordarse, pero sí de la posibilidad de que más temprano que tarde, en el fondo de ese túnel en el que estamos metidos y que ¡faltaría más!, nada tiene que ver con el de Honorio Lozano, aparezca un halo de luz que, al menos, nos permita recuperar la esperanza y la fe perdidas, dice Lobo Cojo. Entiendo que no resulte fácil enterrar tantas y tantas penas vividas en los últimos tiempos, pero si no lo intentamos me temo que vamos a terminar más hundidos que el Prestige; un hundimiento, recuerden, que comenzó en los últimos años de gobierno de JP, consecuencia de una gestión despilfarradora, de muchos desmanes, obras faraónicas y demás, algo que ahora, como cabía esperar, investigan los Tribunales de Justicia. Aún así, lo mejor es no mirar atrás. Ahora sólo cabe luchar y no tropezar en la misma piedra, arrimar el hombro y remar en la misma dirección. Recordemos que a día de hoy cada villalbino soporta una carga (deuda municipal), que ronda los 3.000 euros (una de las mayores de España), cifra que debemos intentar reducir si de verdad queremos evitar la asfixia económica de nuestros hijos, nietos...”