El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Nos estamos cargando el futuro por el infalible sistema de crear a una generación de jóvenes despegados y rencorosos para con el Estado y la sociedad que lo sostiene y lo padece.
Un sondeo realizado por el Instituto de Estudios Fiscales indica que un 42 por ciento de los españoles entre 18 y 24 años justifican el fraude fiscal, cifra que se reduce hasta un 33 por ciento en la media de la población. Los protagonistas del mañana son los menos exigentes con el deber cívico de financiar la cosa pública, y no debe extrañarnos: la cosa pública les ha fallado. O por lo memos están convencidos de ello. Sus mayores les han enseñado que toda persona nacida en este país tiene un montón de derechos relacionados con el bienestar, de la sanidad gratuita a vacaciones subvencionadas cuando se jubile, y que también tienen derecho a esperar que tales ventajas no dejen de crecer, Y de golpe va y se estropea todo. De ganar más pasta como peón que el primo licenciado, pasan a la tasa de paro juvenil más estratosférica de la Vía Láctea. Solo uno de cada tres jóvenes entre 20 y 24 años tiene un empleo. Los demás se reparten entre inactivos y parados, y de estos últimos, la mayoría son chicos y chicas que tuvieron un empleo y lo perdieron. Quizás varias veces. El cuadro, más o menos, se reparte así: un tercio trabaja, un tercio estudia (o eso dice) y un tercio es ‘ni-ni’ en estado puro. Los que trabajan temen por su empleo, los que estudian temen que nos les servirá para nada y los ‘ni-ni’ ya se lo pueden figurar. Por todo ello, es comprensible que se apunten al “no es una crisis, es una estafa", y culpen también del delito a los poderes públicos. Especialmente si en un mismo día se enteran de que su contrato basura no va a ser renovado y de que el Gobierno va a conceder una amnistía fiscal a los espabilados de siempre. O si tras una clase sin sentido en un programa de estudios sin norte leen que el gestor del hundimiento de Bankia ha sido fichado por una gran compañía que él privatizó cuando estaba en el Gobierno. Bankia nos va a costar un ojo de nuestros impuestos, como el resto de las cajas de los amigos de los gobernantes. ¿Qué les estamos enseñando a los chavales? Pues que los impuestos se usan con perfidia y se recaudan con injusticia. Visto lo visto, lo que sorprende es que solo un 4 por ciento justifique el fraude.