Opinión

Los belenes y la izquierda ‘plural’

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Al portavoz de Izquierda Plural, Joan Coscubiela le ofende que el Congreso de los Diputados felicite la Navidad con una estampa de la Natividad porque “es algo impropio de un Estado laico”.

La estampa sale del ‘Libro de Horas al Uso de Roma’, un manuscrito medieval que el Congreso conserva entre sus fondos. Esa joya dice bastante sobre la historia del país que los diputados representan, pero fastidia al laicismo militante de Coscubiela. Su talente es acorde con ‘la memoria histórica’ zapaterista, maestra en escoger y excluir hechos del pasado según la ideología del seleccionador. Esta izquierda fundamentalista se llama a si misma, paradójicamente, ‘plural’
El fundamentalismo desenmascara a la intransigencia del que impone a otros su doctrina con seguridad inflexible. En la memoria de todos están los efectos del fundamentalismo religioso en la historia española. También están los del fundamentalismo laico, porque no hay que salir de cualquiera de nuestros pueblos para oler a iglesia quemada. Quien exige como Coscubiela que las cosas que no le gustan sean condenadas a la “intimidad personal” ya perfila su intención hostil si osan manifestarse libremente en la plaza pública. Que esa izquierda tan intolerante se haga llamar “plural” es un verdadero contrasentido que presagia otros. Como que estén en contra de la estampa que pinta a una familia de repudiados que debe ir a parir a una cueva en la montaña, una de esas familias sin techo y en cuya defensa se desgañitan ellos defendiéndoles luego en el Congreso de los Diputados.

Coscubiela pretende, o al menos eso es lo que nos parece, que sus peroratas sean de libre expresión pero que “las imágenes religiosas se guarden para momentos de intensidad personal”. O sea, que desaparezcan de la plaza pública. Creo que a nuestro congresista le queda una labor inmensa a desarrollar, porque abunda lo que suena a religioso. Puede empezar por cerrar el Museo del Prado y el Museo Nacional de Cataluña, repletos ambos de símbolos y estampas, obras de arte que reflejan nuestra historia pero que cualquiera podría tener la tentación de usar para felicitarnos algo. Tendrá que prohibir hasta la letra minúscula, que también la inventó la Iglesia, y obligarnos a volver a escribir como en las lápidas romanas. Vetará los belenes, ahora que algún ignorante ve crujir los mismos cimientos del cristianismo por culpa de un buey y una mula que puso en ellos porque le dio la gana al artista que los inventó, San Francisco de Asís. Aquí Coscubiela puede entrar en contradicción, pues San Francisco también inventó el ecologismo y la izquierda ‘plural’.

Pero es de temer que siempre tocará Coscubiela con los discípulos de aquel Niño que nació en la cueva. Fundó la única religión que se negó a fundirse con las demás del mundo pagano y con eso invento la independencia de la Iglesia y su separación del Estado. Conceptos que lamentablemente ni entienden ni soportan ‘los Coscubielas’.