Opinión

El problema de los Sin Techo

El mirador

Víctor Corcoba

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Me gustan las fechas que nos recuerdan algo y nos avivan la conciencia social. El Día de los Sin Techo ahí está, y existe, ¡vaya si existe! En la calle se venden tortas de exclusión y violencia a raudales. A poco que miremos y veamos las pupilas del alma, se nos parte el corazón.

Según las últimas cifras disponibles, en España hay 30.000 personas que carecen de techo donde vivir y 273.000 que residen en infraviviendas ¿Cómo puede hablarse de una sociedad del bienestar y feliz cuando una buena parte de sus miembros son pobres y otros desdichados? Estos macabros resultados, que cuentan con riadas de jóvenes, debieran ser un estímulo en pro de un mayor compromiso de todos para con todos, de los gobiernos para con sus ciudadanos.

Hay que decir basta ya ante la clamorosa situación de indignidad en la vivienda de tantas gentes que malviven en los suburbios de las grandes ciudades o en pueblos perdidos sin infraestructuras básicas. En la multitud de seres humanos Sin Techo, sin patria, no cabe la vacilación, hay que solidarizar hasta nuestra propia soledad. Que la tenemos y mucha, aunque tengamos una mansión con todas las comodidades. Tomar el techo de los pobres es como robarle un trozo de cielo que a todos nos pertenece. Es en toda regla un acto de violencia que no podemos consentir. Tienen necesidad de ser rehabilitados, para verse a sí mismos aceptados, como miembros de pleno derecho de la familia humana. Los albergues y centros de acogida funcionan a tiempo completo y con lleno total.

Verse en la calle, escudado sobre unos cartones, es más común de lo que se piensa y más complicado de lo que parece. La verdad es que se muere más que se vive.

Pido un Ministerio para ellos. Sobra el de la Vivienda.