El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Una cadena de despropósitos será la consecuencia final de la tragedia ocurrida en el Madrid Arena en la madrugada del paso 1 de noviembre. Da miedo el pensar en el paradero de nuestros hijos después de lo ocurrido ese trágico día. Una vez aprobado el que podríamos denominar como pliego de pantomimas burocráticas que son necesarias para la autorización de estos peligrosos acontecimientos, todo queda en orden. Tramadas y urdidas desde el convencimiento de que no se cumplirán, se juega con la vida de las personas. Se aprovechan del estado semiinconsciente de nuestros hijos, así como de nuestra permisividad, para campar a sus anchas, y con un cinismo superlativo se venden entradas con destino directo al inevitable abismo.