El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
El Gobierno de Mariano Rajoy está intentando crear un clima favorable para ‘tocar’ las pensiones, en busca de una nueva reforma que lleva meses planeando sobre el desapacible clima político y económico que envuelve España.
El objetivo final de este tipo de actuaciones siempre es el mismo: alargar la edad de jubilación. El pretexto que se utiliza para introducir ahora el debate es desincentivar las jubilaciones anticipadas para acercar la edad real de jubilación a la edad legal. Pero hablamos de palabras mayores, de líneas rojas.
Sobre el papel, el objetivo de la política económica del Gobierno es fomentar a medio plazo la competitividad para afrontar así la crisis de la deuda y los problemas del déficit público, pero de entrada no se ven los resultados, sino simplemente paro -el gran drama español-, bajadas de salarios; menos gasto público, incluso en pensiones y prestaciones sociales, y la llamada flexiseguridad en el empleo, que se suma a una mayor coordinación de las políticas fiscales. Por eso mismo, desde hace tiempo, en la capital comunitaria se viene especulando con una nueva reforma de las pensiones y más recortes a las prestaciones por desempleo en España.
Al respecto el The New York Times, advierte: “dado que los parados de larga duración están empezando a perder las prestaciones por desempleo, la pensión se ha convertido en la mejor fuente de financiación de cientos de miles de familias españolas”.
Cuando menos resulta curioso que algo tan evidente se vea desde Nueva York y no se vea y se sienta desde Madrid o Bruselas. Pero así va a España, a remolque de las peticiones -más bien presiones- que llegan de Europa y de algunos organismos internacionales de inspiración neoliberal. Ni más ni menos.