Opinión

Y después del 14-N, ¿qué?

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Las huelgas, suele decir un amigo mío, no son ni buenas ni malas; son un derecho individual que tienen los trabajadores, pero que ejercitan los sindicatos de manera colectiva y ahí es donde empieza el problema puesto que las centrales sindicales (UGT y Comisiones Obreras) están superpolitizadas y sólo defienden los derechos de sus propios afiliados.


Después del 14-N, los ciudadanos van a tener que seguir apretándose el cinturón (los que aún puedan hacerlo), porque desgraciadamente ya muchos están al límite o el umbral de la pobreza, sufriendo desde hace tiempo las consecuencias de una crisis que no han generado ellos.

Pero la vida continuará después de la huelga del miércoles y muchos trabajadores tendrán que seguir luchando por sobrevivir, los pequeños y medianos empresarios deberán luchar por mantener sus negocios, los parados por encontrar trabajo y los hipotecados por conservar su vivienda. La cosa no pinta bien y me temo que se avecinan tiempos muy difíciles para los de siempre (los más pobres), con un incremento de las desigualdades y una caída evidente del bienestar social; tiempos en los que aumentará el desanimo y la conflictividad.
¿Qué hacer el miércoles? Yo lo veo muy sencillo: el que quiera secundar la huelga, que la haga, está en su derecho; y el que no la quiera hacer también está en el suyo. Lo más importante es que no haya piquetes violentos y coactivos, ni amenazas por parte de los empresarios a sus trabajadores. Y el día siguiente, después de la huelga (novena de las convocadas en España durante el actual periodo democrático), será un día laborable normal.

Es bueno recordar que seis de ellas se saldaron con paros de 24 horas (en 1985, 1988, 1994, 2002 y 2010), otra fue de solo media jornada laboral (1992) y la celebrada en 1978 de una sola hora. Anteriormente, en 1976 y 1977, primeros meses de democracia, se produjo un elevado incremento de la conflictividad laboral en los centros industrializados de España, especialmente en Cataluña, Madrid y País Vasco. Sin embargo, hubo que esperar hasta 1985 para que los sindicatos mayoritarios (UGT y CC OO) convocaran la primera huelga general de 24 horas.

La relación de huelgas generales en nuestro país durante la democracia es la siguiente:
7 de abril de 1978.- En plena Transición, UGT y Comisiones Obreras se sumaron a la convocatoria europea hecha por la Confederación Europea de Sindicatos (CES) para protestar contra el desempleo. Durante una hora, en 28 paises, se vivió una eurojornada de protesta ante el problema del paro, que por entonces alcanzaba una tasa del 5 por ciento.

20 de julio de 1985.- Se produjo la primera jornada completa de huelga general contra el Gobierno de Felipe González (PSOE), convocada por CC OO y otras fuerzas minoritarias en contra de la Ley de Pensiones, que, entre otras cuestiones, aumentaba el periodo de cálculo de las mismas de 2 a 8 años. Los dirigentes sindicales calificaron el paro como un gran éxito al ser secundada por 4 millones de personas. El Gobierno redujo esta cifra a un millón. Fueron detenidas más de 80 personas vinculadas a piquetes violentos. El coste de la huelga ascendió a 34.000 millones de pesetas.

14 de diciembre de 1988.- Más de 7 millones de trabajadores secundaron un paro general que pedía la retirada del Plan de Empleo Juvenil y en contra de la política económica del Ejecutivo presidido por Felipe González (PSOE). Esta convocatoria ha sido una de las que más repercusión ha tenido en la reciente historia laboral española, al ser secundada, según los convocantes, por más del 90 por ciento de los trabajadores, cifra que el Gobierno limitaría al 50 . El Ejecutivo dio marcha atrás a sus medidas y como consecuencia de ello se produjo el llamado ‘giro social’.

Los incidentes fueron escasos. Se registraron más de 20 heridos leves y 40 detenciones. El coste del paro se estimó en 400.000 millones de pesetas.

28 de mayo de 1992.- En esta ocasión el paro fue de sólo media jornada (excepto en Murcia y Baleares) y pedía la retirada del decreto que recortaba las prestaciones por desempleo y el proyecto de Ley de Huelga, además de reclamar la reindustrialización de España. El paro finalizó sin grandes incidentes, pero con un desigual seguimiento. Fueron detenidas 60 personas y 20 huelguistas resultaron heridos.

Mientras que para el gobierno la participación fue del 34,6 por ciento, para UGT y CC OO la jornada fue un éxito histórico .Su coste fue cuantificado en unos 30.000 millones de pesetas.

27 de enero de 1994.- Se vivió una jornada de paro general en contra de la reforma laboral. Los dirigentes sindicales dijeron que había sido secundada por un 90 por ciento de los trabajadores, mientras que el Gobierno cifraba el seguimiento en un 30 y la patronal en un 26. Los motivos que originaron la huelga fueron los recortes en las conquistas sociales y la reforma del mercado de trabajo. El número de parados en esa fecha ascendía a 3.545.950. Se produjeron 26 heridos y 118 detenidos.

20 de junio de 2002.- CC OO y UGT convocaron una jornada de huelga general en contra de las medidas de reforma de la protección por desempleo y de la Ley Básica de Empleo, aprobadas por el Gobierno de José María Aznar (PP).

El Ejecutivo popular calificó de fracaso esta huelga. Los sindicatos reiteraron la necesidad de retomar el diálogo social. El Gobierno habló de un seguimiento del 16 por ciento, mientras UGT y CC OO lo aumentaron hasta el 84.

29 de septiembre de 2010.- CC OO y UGT convocaron a cerca de 15 millones de trabajadores españoles a una huelga general en contra de la reforma laboral aprobada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE). Los sindicatos cifraron el seguimiento de la protesta en un 70 por ciento, mientras que el Ejecutivo no dio un dato global, limitándose el ministro de Trabajo, Celestino Camacho, a hablar de un “seguimiento desigual”.

29 de marzo de 2011.- Los sindicatos convocaron una nueva huelga general contra la reforma laboral aprobada por decreto ley por el Gobierno de Mariano Rajoy (PP). Los sindicatos se habían opuesto desde el primer momento a una reforma laboral que consideraban injusta con los trabajadores, ineficaz para la economía e inútil para el empleo. Las cifras sobre el seguimiento de la misma fueron muy desiguales: las centrales sindicales hablaron de un paro por encima del 77 por ciento y el gobierno rebajaría esta cifra hasta un 16,71. Sólo en el País Vasco la huelga llegó a supera el 50 por ciento.