Opinión

Sí o no a la coeducación

Antonio Aradillas | Miércoles 22 de octubre de 2014
Hace un puñado de años publiqué un libro titulado ‘La coeducación’, en los tiempos arduos del Nacional Catolicismo en los que los ‘anatemas’ políticos y religiosos podían muy bien condenarse en esta vida y en la otra.

La coeducación estaba totalmente prohibida, hasta que el cambio feliz de la democracia no solo la permitió, sino que obligó a los colegios a que chicos y chicas se educaran juntos. Ningún eclesiástico se escandalizó con la propuesta y, que se sepa, no pasó absolutamente nada, sino todo lo contrario, que fuera perjudicial para los futuros ‘ministros del Señor’. Tan solo los colegios regidos por el ‘Opus Dei’, o que se encuentren en su órbita permanecieron al margen de estas medidas, con lo que la institución religiosa y la educación impartida por ella, afianzó entre los padres y madres la confianza del sistema que, entre otras ‘ventajas’, tiene para ellos la de propugnar aún más el estilo de elite que define a los miembros de esta ‘Prelatura’, según la terminología del Derecho Canónico al uso. En la actualidad soplan en la política oficial educativa vientos desfavorables a la coeducación, con el ánimo y propósito de debilitarla y posiblemente hasta de llegar a cuestionarla, con argumentos consistentes en la libertad que pueden esgrimir los padres para elegir el sistema que creen el optimo para sus hijos.

Esto no obstante, nosotros estimamos que los perjuicios educativos del debilitamiento de la coeducación son muchos y graves. El sexo hay que descubrirlo a tiempo, y sin complejo alguno, y es mucho mejor que en esta tarea se hallen presentes, y la orienten los educadores con sus criterios pedagógicos, y no dejándola al albur de suposiciones, risitas, travesuras y bromas, para cuya información adecuada y feliz los padres hasta carecen de las palabras precisas.