Toros

Justo Martín: “He dado aspecto de vida al animal”

Justo, terminando la cabeza de un serio novillo de Guadarrama (Foto: ARCHIVO)

ENTREVISTA: El taxidermista Serrano que ha hecho historia

ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
Ha revolucionado el mundo de la taxidermia taurina y ha marcado una época. Ha hecho de su vida una pasión. Se dedica en cuerpo y alma. Es Justo Martín Ayuso, ¡faltaría más! Todo un ejemplo de afición, vocación y constancia. El toro de lidia está sembrado por todos los países del mundo gracias a él. Su marcada personalidad, su sello y el retratar tal y como era el toro han sido sus grandes bazas. Ha aportado muchas cosas y es reconocido y querido en todos los ámbitos de la fiesta. El taxidermista de Galapagar lleva toda la vida en esta “su” pasión y no piensa en jubilarse, sino que sigue “aprendiendo”. Todo un maestro.

Pregunta.- Usted ha marcado un antes y un después en la taxidermia taurina, eso es indiscutible...

Respuesta.- Tengo una gran satisfacción por haber aportado algo a la fiesta y haberla ayudado. Se puede decir que hay dos caminos: uno, que vives de la fiesta, y otro que vives para la Fiesta, y yo creo he tomado este último. No me puedo quejar de mi situación porque me ha dado para vivir y también un estatus y unas relaciones que para mí es lo más grande que tiene la taxidermia. Conoces a grandes personas, no sólo en el ruedo, sino también fuera. Y luego el orgullo de tener trabajos repartidos en más de 110 países.

P.- ¿Qué es lo más complicado de todo en este proceso?
R.- Yo no me considero el mejor, hay muchos otros. Lo que creo que sí he logrado, y ése es parte de mi éxito, por la dificultad que entraña, es el de dar aspecto de vida a ese animal a través de la mirada. Esto es muy importante. Es captar que el toro esté triste o alegre a través de la mirada. El volumen de trabajo que tengo es grande y mi equipo es cualificado, pero todavía los puntos finales los hago yo, como es poner los ojos a la cabeza. Puedo estar dos horas poniéndolos hasta que logró la mirada deseada.

P.- ¿Para quién le resulta más difícil trabajar?
R.- Para los ganaderos. Han estado conviviendo durante cuatro años con el toro y tienen una visión del animal en su cabeza que como no logres captarla te van decir eso está mal. Por eso me llena de orgullo que un ganadero te diga que ese toro me lo has dejado como era. Hay que dejarle satisfecho. Luego está el torero, que lo ve de otra manera. Hay que diferenciar. A un torero no se le puede sacar un toro noble porque te dice que eso no estaba delante suyo, igual que a un ganadero no le puede plasmar fiero porque no está habituado a verle así en el campo. Hay que tener psicología para saber para quién estás trabajando en cada momento.

P.- Lo que más me llama la atención es ver un toro en la plaza y luego venir aquí a tu taller y recordar a aquel toro tal como era.

R.- Ese es el misterio. Humildemente, creo que estoy dotado para captar eso y poder llevarlo a la práctica. Estoy orgulloso de haberlo conseguido. Me llena de satisfacción el ver trabajos de hace 20 años y que todavía se conserven. Ahora estoy disecando dos cabezas que me ha encargado el Ayuntamiento de Guadarrama, de dos novillos muy serios lidiados en su feria para un museo el día de mañana, y creo que será un recuerdo muy grandioso para los futuros aficionados. Como otros museos que se proyectan hacer en Moralzarzal o Valdemorillo y que rememoran toros célebres lidiados en su coso, como de Victorino Martín en “Moral” este año.

P.- Además, ha innovado y ha dado un paso muy importante creando cosas nuevas...

R.- Hay que innovar. He tratado un poco de romper la monotonía y hacer cabezas con las manos del toro. Se hace un falso cajón pequeño y se consigue ver medio toro saliendo de él, con las manos por delante. Queda una expresión muy fuerte e impactante, provocando la atención de todo el que pasa. También he hecho toros enteros, como el “Velador” de Victorino Martín indultado en Madrid. Estoy trabajando constantemente. En la vida no hay que encasillarse.

P.- También ha colaborado recientemente en la producción de la película “Manolete”, que en breve se estrenará.

R.- A través de Estudios Molina hicimos un esqueleto del toro con 36 movimientos distintos mediante pistones de aire comprimido. Había que vestir a ese maniquí de efectos especiales y yo le modelé la cabeza y le puse la piel curtida que descansa sobre el artilugio y que va adaptada con velcro al cuerpo.

P.- Su enorme afición también jugará un papel decisivo...

R.- Desde luego. Voy a Las Ventas a todos los festejos que se celebran, estoy en los apartados por la mañana y eso me ayuda a captar esa impronta y trato de llevar a efecto lo que se me ha quedado grabado en la retina. Es muy importante observar a los toros y ver sus reacciones.