El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
En una época de crisis como la que vivimos desde hace meses, el recurso a la demagogia es tan fácil como peligroso, más aún cuando hablamos de dinero y de las distintas medidas de ajuste que se están adoptando con el fin de atajar la abultadísima deuda de las cuentas públicas. Un ejemplo de esto lo encontramos en el Ayuntamiento de Collado Villalba, donde el grupo municipal de Unión Progreso y Democracia (UPyD), principalmente a través de su portavoz, Fernando Tellado, se empeña día tras día en convertirse en aprendiz de demagogo, con brindis al sol que no conducen a ninguna parte más que al pretendido deseo de dar la nota y convertirse, fallidamente, en algo así como guardián de la ortodoxia y de la pulcritud política.
Sería tentador recurrir al refrán que dice aquello de “dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”, pero en este caso ha sido el propio Tellado el que ha naufragado en su intento de atribuirse en exclusiva la propuesta de renunciar a la paga extra de Navidad, en línea con los recortes anunciados por el Gobierno de Mariano Rajoy para los empleados públicos. Para ello, el portavoz de UPyD en Collado Villalba no dudó en mandar a todos los trabajadores municipales una carta anunciando su decisión y animando al resto de grupos políticos a hacer lo propio, cuando sabía perfectamente que en el pleno celebrado el jueves de la semana pasada ya se habían pronunciado en este sentido, comenzando por el alcalde, Agustín Juárez (PP).
Si de verdad Tellado quiere hacer gestos en solidaridad con los empleados públicos, que los haga, pero sin necesidad de pregonarlo y, mucho menos, de apropiarse de una decisión que fue suscrita por unanimidad. No se trata aquí de apuntarse este o aquel tanto, ni tampoco de buscar un enfrentamiento entre políticos y empleados municipales. Mal camino toma la formación magenta si dedica sus esfuerzos a actuaciones como esta. La grave crisis que atraviesa España necesita unión y trabajo en común, no la irrupción de presuntos salvadores convertidos más bien en pseudopredicadores que tiran de palabrería y demagogia barata para jugar con la dolorosa situación que viven miles de personas.