Amador G. Ayora (*) Artículo publicado en ‘El Economista’ el 16-01-2011
El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
L artículo que les reproducimos seguidamente fue publicado en ‘El Economista’ el 16 de enero de 2011. Año y medio después, los pronósticos que realizaba su autor sobre la crisis que ya atravesaban España y Portugal, no sólo se han cumplido sino que, además, tal como podrán apreciar, en algunos casos se han quedado hasta cortos:
“Los Estados escogen, por imperativo de Bruselas, la vía de la austeridad, lo que les condena al purgatorio del crecimiento lento y tortuoso, o incluso negativo, como Portugal. Paulo II Farnese encargó hacia 1530 a Miguel Ángel redecorar la bóveda de la Capilla Sixtina, pintada hasta ese momento con un cielo estrellado. El fresco más famoso es el del ‘Juicio Final’, situado en el altar mayor. Una representación del Apocalipsis, en la que las almas de la humanidad se elevan y descienden hacia sus destinos, juzgados por Cristo y su Santo Séquito. Hasta Miguel Ángel quedó intimidado por las dimensiones del proyecto e intentó rechazarlo. Sospechaba que alguno de sus rivales había aconsejado su nombre al Papa para verle fracasar. La pared que sirvió de lienzo se inclina ligeramente sobre el espectador para infundir piedad y respeto al poder de Dios.
El cuadro trasciende su tiempo. El probable rescate de España y Portugal puede encontrarse entre las escenas de estos frescos. La todopoderosa Angela Merkel se dispone, por fin, a salvar a las numerosas almas en pena que pululan a su alrededor con el norte perdido, como el primer ministro portugués [por entonces] Sócrates y el presidente español [hasta noviembre pasado] Rodríguez Zapatero.
La debatida ampliación del fondo de rescate, aunque Alemania lo siga negando oficialmente, y sobre todo la posibilidad de cambiar su uso para la adquisición de deuda de los países en dificultades, relajaron las tensiones en los mercados. Pero sería ingenuo creer que se han disipado. Los analistas siguen apostando porque el rescate portugués se produzca tras las elecciones presidenciales del domingo, 23 de enero de 2012.
Lisboa acometió hace ya varios meses un ajuste draconiano que les llevó a rebajar los sueldos públicos, congelar las pensiones, subir los impuestos de IVA y Sociedades, acelerar las privatizaciones y recortar drásticamente la inversión pública. ¿Qué más podemos hacer?, se preguntaba un alto funcionario.
Es como la pescadilla que se come la cola. La recesión está provocada por el plan de ajuste, pero si no se acomete, se desboca el déficit público. La caída de la tasa de actividad económica merma los ingresos, agrava la dificultad para pagar la deuda e incrementa, por ende, la desconfianza internacional.
El caso español es mucho más complejo. Algunas cifras empiezan a salir. Vamos a concluir este año con una déficit por debajo del 10 por ciento, como estaba previsto, y tras el alza de impuestos y los recortes de Zapatero con casi toda probabilidad se logre rebajar ese porcentaje al 6 por ciento estimado en 2011, aunque Bruselas mantiene su previsión en el 6,4. Entonces ¿dónde está el problema?.
El inconveniente está en la credibilidad de las cuentas públicas, que ya perpetuó el descalabro de Grecia. La confianza en España se dirimirá en las trincheras. En el frente estatal, el objetivo del déficit público es cuestionado porque ningún ente público o privado se cree las estimaciones de la vicepresidenta Elena Salgado de que se vaya a crecer este año el 1,3 por ciento. España sufre, en este sentido, el mismo síndrome que Portugal o Grecia, con tasas de PIB raquíticas, insuficientes para generar más ingresos. Luego está el frente autonómico. El anuncio del presidente de la Generalitat, Artur Mas, quien elevó de 2.600 millones a 7.800 la estimación del déficit catalán de 2010, confirmó los peores augurios. Y la cercanía de las elecciones de mayo hace temer una ristra de deuda oculta, destapada por los nuevos gobernantes. Tenemos la fortuna, no obstante, de que el componete del déficit autonómico pesa poco porcentualmente en el cálculo del déficit público total y que la Comunidad de Madrid está próxima al superávit, lo que podía compensar parcialmente el dislate del resto de las autonomías. Pero hay que esperar a conocer las cifras.
El tercer frente de incertidumbre y el más acuciante es el financiero. El Tesoro deberá emitir este año 192.000 millones de deuda y los bancos y cajas deberán refinanciar alrededor de 90.000. En total, unos 282.000 millones, un tercio de todo lo que se produce en España en un año. Hasta junio de 2010, la mayor parte de la deuda pública la adquirían las entidades españolas, pero esa tendencia cambió en el segundo semestre (174.000 millones frente a 129.000), lo que obliga a buscar compradores como los chinos y otros inversores extranjeros.
A los 282.000 millones habrá que añadir otros 22.000 que se han empezado a colocar en el mercado para sufragar el déficit de la tarifa eléctrica y una cantidad adicional, estimada entre 60.000 y 80.000 millones, para sanear las cajas de ahorros. Es decir, las necesidades financieras se situarán entre 364.000 y 384.000 millones, cantidad que, unida al desconocido agujero autonómico, rondará los 400.000 millones de euros.
El Banco de España remodeló hace meses el mapa financiero mediante las denominadas fusiones frías de las cajas de ahorros. Una manera chapucera, como denunció ‘El Economista’, que sólo tardó un mes en saltar por los aires. El gobernador Miguel Ángel Fernández Ordóñez presiona ahora para que la mayoría de estas entidades se conviertan en bancos y salgan a financiarse al mercado. Aquí es donde puede producirse el colapso...
En el mercado avanza el rumor de que una de estas grandes alianzas de cajas puede requerir el triple del dinero que le inyectó el Frob de Fernández Ordóñez. Y todo ello teniendo en cuenta que cajas y bancos esconden miles de millones en mora de deudores, que tendrán que ir aflorando, y los activos inmobiliarios, que comienzan a darse a conocer por el desnudo exigido por el Banco de España, están muy sobrevalorados en sus libros.
Miguel Ángel, en su asombrosa escena sobre el Juicio Final, dejó en suspenso el veredicto sobre qué personajes serían salvados y cuáles no por el Redentor. No me corresponde a mí suplantar al pintor. Será la diva Merkel quien tendrá la última palabra. A medida que avancemos hacia el verano se irán conociendo mejor las obras y los pecados de Zapatero.