Opinión

Se buscan periodistas

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
La Asociación de la Prensa de Málaga denunció el pasado 4 de junio la aparición de un anuncio en prensa en el que se solicitaban periodistas “con disponibilidad para el desnudo”, añadiendo más adelante que no se exigen, entre otras cosas, “unos estudios para las personas que quieran optar al puesto de trabajo ni experiencia alguna”.

La Asociación de la prensa malacitana, en una nota emitida al respecto, manifestaba que “habiendo comprobado certeramente que no se trataba de una broma, nos ha producido verdadero estupor que una empresa haya hecho una oferta de trabajo valorando exclusivamente la desnudez de los candidatos que, a pesar de que pide periodistas para ello, añade que le es indiferente que tengan titulación, estudios o experiencia. Es decir, estamos no sólo ante la oferta más basura que hemos conocido, sino que además denigra a la profesión periodística al entender explícitamente que para ejercerla no hace falta estudios ni preparación alguna, sólo buen físico para el supuesto desnudo que se espera de las personas contratadas. Jamás en momento anterior alguno se nos había valorado tan bajo y por supuesto no estamos dispuestos a aceptarlo, ni siquiera como estrategia para tener mayor repercusión en toda clase de medios”.

Al respecto les ofrecemos un artículo en el que su autora, Emelina Fernández (Diario de Sevilla), tras referirse al contenido de este infame anuncio, realiza un pormenorizado repaso sobre la situación por la que atraviesa actualmente la profesión periodística en nuestro país:
‘Se buscan periodistas y reporteros/as de entre 18 y 40 años. Buena expresión, fluidez de habla, capacidad para conducir un programa y disponibilidad para el desnudo’. Es la reciente oferta de una empresa malagueña que no se molesta en reclamar a su futuro personal ni experiencia ni estudios. Otra perla, desgraciadamente cada día menos rara en el mundo digital. ‘El pago por artículo será de 0,07 euros. Deberán de tener más de 200 palabras y una foto’. Sí, 0,07, una cifra tan británica más por sus ecos dickensianos que por el lujo asociado al popular agente.

Sacudidos por la crisis financiera, desconcertados ante la vertiginosa evolución tecnológica y desprestigiados ante la sociedad, los periodistas ven cómo se hace confeti con los valores que no hace tanto se acuñaban en los solemnes carteles que presidían las redacciones.

El pasado 3 de mayo, en el Día Internacional de la Libertad de Prensa y en el Oratorio de San Felipe Neri de Cádiz, donde se promulgó la Constitución de 1812, que estableció por primera vez la libertad de expresión y de imprenta, el Consejo Audiovisual de Andalucía rubricó un protocolo para conciliar la independencia de los tribunales y el derecho de los ciudadanos a estar informados. El reforzamiento de la confianza en la justicia y sus cronistas pasa por la exigencia, por la calidad, por evitar el amarillismo, los juicios paralelos y la vulneración de los derechos. Aidan White, secretario general de la Federación Internacional de periodistas, aseguró en Cádiz que el periodismo atraviesa “su peor crisis” y mostró su convencimiento de que la solución pasa por hacer “más y mejor periodismo”. Veía alguna luz en la oscuridad y citó al diario alemán ‘Die Zeit’, que acaba de registrar los mejores ejercicios de su historia, tras analizar los gustos de sus lectores y redoblar su oferta de piezas largas, serias y bien documentadas.

No basta con que haya informativos si no hay informadores de verdad. No basta con que haya periódicos, si no hay periodistas. No basta con acusar, si no hay equipos de investigación. No basta con un artículo de la Constitución si administraciones, empresarios, profesionales y público lo convertimos en papel mojado. Tras las grandes audiencias está la ciudadanía, que tiene derecho a una información veraz e independiente. Trabajar en la defensa de ese derecho es la senda que llevará a la profesión a recuperar el prestigio perdido.

No es un buen momento para equivocarse, pero decisiones como la de nombrar al presidente de la corporación de RTVE sin el deseable consenso no ayudan. Y la paralización de la creación de organismos de control democrático -como el Consejo Estatal de Medios Audiovisuales- tampoco es una buena noticia. Debemos apostar por un gran pacto colectivo para que el denominado cuarto poder ejerza desde la ética, desde el uso riguroso de los datos, la búsqueda de la objetividad y el respeto a la intimidad y al honor de las personas. Sólo así -con o sin nuevas tecnologías- la profesión periodística logrará reencontrarse a sí misma y, al mismo tiempo, recobrar el favor de una sociedad que los necesita y los busca, una sociedad que demanda, ahora más que nunca, saber qué ocurre y por qué está ocurriendo.