Opinión

Viriato y los romanos

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Ha vuelto Viriato, a lomos de su caballo con pintadas patrióticas al estilo de Bravehaeart. Mientras España se hunde, o la hunden, Hispania de cara a su último capitulo se amotina.

A por ellos, oe. Los invasores después de unas vacaciones pagadas lo empiezan a pasar mal y son derrotados una y otra vez en su propio feudo por los quintacolumnistas hispanos, hartos de la opresión romana, de rendir cuentas, y de esa incapacidad, en la serie, de avanzar en la implantación colonial. Para los que no han visto los dos primeros capítulos de este remate que consta de tres episodios, aún tienen tiempo de ver la incorporación de Pepe Sancho. Sus duelos con Luis Homar pueden terminar siendo antológicos. Entendemos que la productora Bambú y Antena 3 se hayan decantado finalmente por los malos, por la lucha por el poder entre los romanos, una trama más suculenta y con más posibilidades que las intrigas en el castro, en las chozas, en la pandilla de Viriato (que parece una fotocopia de parque temático por mucho que se empeñen las cámaras de disimularlo). En fin, para adelantarles el final, Viriato será asesinado, como supimos generaciones atrás por los libros de texto, y esa situación permite quemar el poblado, y mandar la mística y la mala leche, a otra parte, concretamente, a la capital de Imperium. Con del desplante de Homar (Galba), la mala baba de Sancho (Quinto) y la ironía de Egido, en nombre del Senado (este remate de Hispania se cuenta en flash back) merecerá la pena.

Aún así y desde mí punto de vista, lo más mejorable son las muestras de los jóvenes fulgurantes romanos. Maniquíes forzados.