Opinión

La ‘prima’ de España

P. Carrillo

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Ni llamó a la puerta. Leve alboroto en la escalera. Abrí y allí estaba ella, la prima de riesgo. Se coló hasta la cocina sin pedir permiso siquiera. La verdad, no me molestó porque se presentara se improviso; pues aunque no lo crea la estábamos esperando, pero así de repente, cuando se nos había convencido de que el sistema financiero español era de Champions League... Con la prima de riesgo pasa como con las visitas de los pelmazos, que se sabe cuando llegan pero nunca cuando se van.


De la prima lo que más me molestó es que viniese acompañada con un coro de plañideras formado por las jubilaciones de los magnates de la banca, por las subvenciones de los sindicatos, de las patronales y de los partidos políticos; ya se sabe, esa gentuza. ¡Cómo dejaron el suelo del salón! ¡Y las alfombras!. Menos mal que no tenía extendida las persas ni las sirias, desterradas desde que el Estado de Bienestar resultó otra mentira más.

Bueno, a lo que iba ¡qué llantos lo de los acompañantes de la prima; que sinvergüenzas! Todos, eh, ¡lo que lloraron!. La prima no, ella tan oronda y tan satisfecha; quién se lo iba a decir cuando se creaban puestos de trabajo a porrillo gracias a la especulación del ladrillo; cuando nos hicieron creer que éramos ricos y que lo normal era hacer cruceros por el Báltico, tener tres coches, todos de gama alta, el del cabeza de familia, el de la ‘santa’ y el 4x4 para irnos a la playa, al campo o de romería.

Lo que más cabrea de la prima es su origen. No se sienta culpable, los culpables son única y exclusivamente los especuladores de la banca y los políticos a los que tiene cogidos por donde ustedes se imaginan. Ambos forman parte de la misma casta; pero la prima, esto debiera recordarse siempre, tiene tres patas; la ambición, la impunidad y la incompetencia, todas con salidas de escapa que no se las cree nadie: que si la crisis mundial, que si las herencias envenenadas... En el fondo, más pronto que tarde, se pone de manifiesto que el problema de España no es otro que el mangoneo.

La prima tiene mucha memoria y mala leche, eso es seguro. Ahora, lo intolerable es que además presuma de impunidad teniendo como compañeros a los que se colaron en mi casa. A lo mejor es todo lo contrario, que las tropelías estafadoras de los banqueros y el coste de subvenciones con las que la han engordado hasta hacerla insoportable.

De momento mi amiga la señora condesa, que mantiene su equipo de asesores habituales opina que todo es un espejismo, o una vuelta más de tuerca, actualizada y personificada por el Dios implacable de “los mercados”, como antes fue el Dios iracundo de Abraham, el mismo que condenó a Egipto con la siete plagas e hizo vagar al pueblo israelita durante cuarenta años por el desierto. O sea, más de lo mismo. Los panzers de la Wehmacht ya no se blindan con acero del gordo, sino desde los despachos y un teléfono a mano. ¡Joder con el Bundestag, cada vez se parece más al Reishtag de los tiempos del Führer!