Toros

El toro de Madrid

OPINIÓN

ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
La feria de San Isidro no rompe. Demasiadas ganaderías están fallando. Pocas están pasado el fielato de los reconocimientos veterinarios. Muchos bailes de corrales, demasiado movimiento de camiones con toros de un lado a otro. Casi la totalidad de las corridas anunciadas se están remendando y numerosos encierros han ido para atrás en los corrales: Vellosino, Peñajara, Manolo González, Joselito, Bañuelos... ¿Qué está pasando? Hay muchos factores. La empresa tiene parte de culpa, pero también me cuentan que en el campo no hay demasiado remanente de toros con el trapío suficiente para una plaza de la exigencia de Las Ventas. El toro para Madrid no se encuentra en todas las camadas.

Por otra parte, se está lidiando un excesivo número de toros feos, altos, acaballados, bastos, de horribles hechuras, que hacen imposible que el animal pueda embestir 20 veces en la muleta con la emoción que requiere esta plaza. El gayumbo de más de 630 kilos (Guardiola, Bañuelos, Cuoto) que esta asomando por la puerta de chiqueros no lo puede querer nadie. La afición venteña quiere un toro amplío, con presencia, además de sus pitones bien puestos y las puntas vueltas. No es tarea sencilla definir cómo es ese toro, pero desde luego que el parque jurásico de algunas tardes va en contra del buen espectáculo.

No sirva tampoco esto de pretexto para meter con calzador un toro chico, sin cara, ni remate. Y como demostración de lo que decimos, hay buenos ejemplos hasta la fecha de algunas corridas lidiadas en esta feria: Alcurrucén, Torrestrella e incluso Victoriano del Río deben ser la pauta de lo que es el toro de Madrid. El resto sólo vale para el sopor. Aunque no olvidemos que los ganaderos también deben echar más casta a sus astados porque en general estamos provocando el bostezo y conseguimos echar al público de la plaza. Cuidemos la materia prima.