JAIME FRESNO | Miércoles 22 de octubre de 2014
“Suelo enviar a los representantes municipales alguna foto de pabellones deportivos de otros pueblos a los que vamos, para que vean la diferencia”. Lo desvela José Antonio Pérez Macario, vicepresidente del Unión Baloncesto Collado Villalba, quien en su condición de ex jugador ACB, ha visto de primera mano el deterioro progresivo del Pabellón Quique Blas durante sus 35 años de existencia. “Nuestro éxito se debe a que hemos sabido trabajar con las mínimas condiciones. La base entrena a un tercio de cancha y, si es en la pista del Miguel de Cervantes, las canastas de mini están dentro de la cancha y son un peligro. Necesitarímos que fueran abatibles o que estuviesen colgadas. También que se arreglaran las goteras. Los senior no tienen problemas de espacio porque entrenan a las 10 de la noche y, en relación a otros clubes, ahí estamos bien”, admite un Macario que tiene claro lo que se necesita para seguir creciendo: “Necesitamos cobertura económica e instalaciones decentes. El Pabellón está colapsado y hace falta uno nuevo. La Ciudad Deportiva ya tendría que haberlo incluido”. Desde la fusión del baloncesto villalbino, el Unión hace verdaderos juegos malabares para distribuir entrenamientos a casi 500 jugadores. Lo mismo hace la AD Collado Villalba de fútbol sala, que maneja una de las canteras más importantes de Madrid. Quien hace años dio esa batalla por perdida fue el voleibol, que encontró en la Sala Antonio Machado su sede habitual, alejada de los colapsos de un Pabellón que, precisamente lleva el nombre de su gran impulsor; Quique Blas.