Entrevistas

“La gente admira algo que para mí es un juego”

Tiene 35 años, reside en Alpedrete y tiene su taller en Guadarrama. Es el autor de la escultura que conmemora los 500 años de la Villa. Considera el humor como algo fundamental y su próximo proyecto se llama ‘Haciendo el bestiario’.

“Me impresiona que la gente llame arte a mis esculturas”

El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Con Roberto Reúla

Desde pequeño ya jugaba haciendo figuritas con la plastelina. Con 35 años, Roberto Reúla ha conseguido que lo que fuera un juego, se haya convertido en su profesión, aunque no siempre sea consciente de ello. Una profesora de instituto fue la que le encaminó en las artes aplicadas, donde aprendió todo lo relativo a la escultura. El camino no fue fácil, y tras alternar su vocación artística con empleos diversos, por fin la exposición Flecha de Madrid le dio la oportunidad que buscaba. Ahora puede dedicarse plenamente a la escultura y poco a poco su obra va siendo conocida. Roberto reside en Alpedrete y tiene su taller en Guadarrama. Este mes comienza un taller de escultura en colaboración con la Casa de la Cultura de esta última localidad.
¿En qué va a consistir el taller?
En este curso la gente puede venir aquí (al taller) y hacer conmigo el proceso completo de una escultura, desde el principio hasta el final. Yo estaré en el taller los miércoles por la tarde y los sábados por la mañana. La idea es formar a la gente para que pueda comprender el proceso completo de una escultura. Es algo atípico porque normalmente no se enseña. Se pretende que la gente aprenda a manejar distintos tipos de materiales, luego cada uno irá tomando su camino. Discutiremos todos juntos los títulos, los montajes... Los alumnos se van a implicar más, van a poder ver la trastienda de un taller. No hace falta tener ningún nivel, simplemente que sean mayores de 16 años.

Hablando más de ti, ¿los comienzos fueron duros?
Sí, cuando acabé la escuela de Artes, lo difícil era encontrar trabajo. Un día me salió la posibilidad de una exposición en Madrid, Flecha, que es bastante conocida. El problema es que no tenía el dinero suficiente para fundir la obra. Sin embargo mi pareja y yo nos arriesgamos y la exposición salió lo suficientemente bien como para recuperar lo invertido y poder presentarme a otra. Además, en una exposición de El Escorial conocí a unos ingleses que me compraron una escultura y con los que ahora conservo una amistad. Me han abierto las puertas en Londres. Las esculturas que me compró las expusieron en una galería, y periódicamente me llaman para que les mande nuevos trabajos.

Actualmente, ¿puedes vivir de tus obras?
Sí, ahora puedo dedicarme sólo a lo que me gusta. Juego con la plastelina y me lo pagan, es genial, el sueño del niño que todos llevamos dentro. Incluso ahora puedo hasta escoger. Dentro de unos días se inaugura Estampa. Llevo yendo cinco años y este año he decidido descansar, cuando hace seis hubiera matado por ir. Ahora estoy en un periodo de relax porque el cerebro se va agotando y conviene refrescarse cada cierto tiempo.
¿En qué te inspiras para hacer tus esculturas?
Casi toda mi inspiración es figura humana, hombres concretamente. Lo que me interesa es el ser humano. Me gustan los gorditos y calvos. Es el tipo de héroe que estoy haciendo. Lo del cuerpo perfecto lo tengo superado, la anatomía ya me la sé. Mis fuentes están en la gente de la calle, en las cosas cotidianas y en la fantasía.

Como el abuelo de la plaza de Guadarrama…
Si, el Ayuntamiento quería hacer una escultura que conmemorara los 500 años del pueblo. Quise hacer un señor mayor sentado, en la plaza del Ayuntamiento, mirando hacia la parada del autobús y viendo pasar a la gente. Hice una maqueta en pequeño y les gustó mucho la idea. Además me han encargado una edición en pequeño para regalo.
¿Qué se siente cuando la gente valora tu trabajo?
Me impresiona que la gente llame a mis esculturas obras de arte; no soy consciente de ello porque llevo haciéndolo toda la vida y para mí es muy fácil.
¿Trabajas principalmente en bronce?
Sí. En la escultura hay dos caminos: añadiendo, el modelado; o sustrayendo, la talla. Yo prefiero el modelado, me permite variaciones, al contrario que la talla, ya que requiere una disciplina que no tengo. El bronce es más duradero, resiste más al tiempo y además está más valorado.
¿Recuerdas alguna obra en especial?
Sí, fue un encargo que me hizo una mujer. Me pidió un busto de un hijo suyo que había fallecido por una enfermedad degenerativa. Me costó mucho, estuve a punto de abandonar. Finalmente lo terminé, a la familia le gustó y lo tienen en su casa. Es muy duro, pero estoy muy orgulloso y me marcó especialmente porque vuelves a tomar conciencia de lo que haces.