El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Los grupos municipales de Izquierda Unida - Los Verdes y el PSOE en el Ayuntamiento de Alpedrete han convocado hoy un pleno extraordinario en el que pedirán una condena inequívoca hacia la violencia neonazi, propuesta que surge tras los incidentes que se registraron en la presentación en un bar de la localidad de un libro del actor y activista Guillermo Toledo, así como en la posterior manifestación del pasado 18 de diciembre. Como en tantas otras cuestiones, negar la evidencia es un absurdo, y como testimonio gráfico de las amenazas ahí quedan las pegatinas y pintadas con las que amaneció aquella jornada la plaza Francisco Rabal de la localidad. En todo caso, el tema, ahora de actualidad en buena medida gracias a la mediática y controvertida figura de Willy Toledo, no es nuevo: es un hecho que desde hace años se suceden las denuncias en Alpedrete por altercados en los que, de forma más o menos explícita, están implicados grupos de ideología neonazi, como ya denunció en su momento una organización de consolidada trayectoria como es Movimiento contra la Intolerancia. En este sentido, cabe pedir a todos los responsables municipales, sin excepción, un posicionamiento claro acerca de este tema que debería trascender el habitual marco de enfrentamiento político entre las distintas formaciones. Todos, sin ningún tipo de matiz, habrían de pronunciarse en una misma dirección.
A la espera de lo que depare esta sesión plenaria, lo que sí llama poderosamente la atención es que su celebración se haya fijado por la alcaldesa a las 8.30, tempranera hora que no invita precisamente a la presencia de los vecinos en un tema que, por otra parte, está al cabo de la calle. Las razones de acordar esta hora y no otra más amable (en Alpedrete los plenos suelen ser a las 10.00) deberá exponerlas la propia regidora, pero a priori no parece que éste sea precisamente el mejor punto de partida en un tema que, al margen de las filias o fobias personales que pueda provocar en este caso Guillermo Toledo, de ningún modo merece ser confinado, casi escondido, a un horario en el que la participación activa de los ciudadanos es poco menos que imposible.