El Faro | Miércoles 22 de octubre de 2014
Mientras los sindicatos denunciaban “coacciones” por parte de los empresarios y algunos responsables municipales, como el alcalde de Galapagar, hablaban de “actos vandálicos y actitudes antidemocráticas”, la mayor parte de la ciudadanía permaneció ayer al margen de la huelga general, que sí se dejó sentir en los transportes (aunque se cumplieron sin mayores problemas los servicios mínimos), así como en hospitales y centros de salud, mientras que en colegios e institutos el seguimiento fue menor que en anteriores convocatorias. Pero al margen de la función pública, en el sector privado -especialmente en pequeñas y medianas empresas- la repercusión fue mínima, como demuestra la imagen de una gran mayoría de establecimientos abiertos al público en Moralzarzal, El Escorial, Torrelodones, San Lorenzo, Alpedrete, Navacerrada, Collado Mediano, Colmenarejo, Galapagar, Valdemorillo, Guadarrama e incluso en Collado Villalba, con la excepción de algunas zonas del polígono industrial P-29. Más allá de la guerra de cifras (hablar de un seguimiento del 85 por ciento, como señalaban ayer desde UGT y Comisiones Obreras a nivel nacional, resulta a todas luces exagerado, al menos en nuestra comarca), la sensación es que, por mucho que los sindicatos afirmen que la huelga fue un éxito, existe un creciente distanciamiento con el ciudadano de a pie, a lo que tampoco contribuyó el llamamiento a una huelga de consumo que es un auténtico disparate en unas circunstancias económicas como las que vivimos actualmente.
Por encima de otras valoraciones y de aspectos de la reforma laboral que puedan ser eventualmente revisados, lo cierto es que los sindicatos no han tenido con el Gobierno del Partido Popular la misma paciencia -y en algunos casos hasta comprensión- que demostraron con el Ejecutivo socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, que en su momento ya aplicó importantes recortes a los trabajadores, amén de mostrarse incapaz de frenar la doble sangría del déficit y el desempleo.
Guadarrama se queda sin Plan de Ajuste
El acierto o no de las medidas impulsadas por Mariano Rajoy, entre ellas la reforma laboral, sólo podrá determinarse dentro de unos meses. Entonces -y no ahora- sí podremos decir que el Gobierno del PP se equivocó o bien adoptó las decisiones que eran necesarias. Entre tanto, se trata de remar en la misma dirección, en un ejercicio de responsabilidad que trasciende las ideologías. Y lo mismo cabría aplicar a los ayuntamientos en los que en estos días se aprueban distintos planes de ajuste, con el caso de Guadarrama como el mejor ejemplo del camino que no deberían seguir los partidos políticos.
La división entre las distintas formaciones con representación municipal ha conducido al Consistorio a una intervención por parte del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas cuyas consecuencias son una incógnita, pero que debería invitar a los responsables de esta situación a reflexionar si llevar el enfrentamiento a este punto es lo mejor para el futuro de la localidad.