OPINIÓN
ALFREDO FERNÁNDEZ | Miércoles 22 de octubre de 2014
Muy poco se sabe de José Tomás, por no decir nada. Hay un mutismo sospechoso. Sin querer tomar parte por decisión propia en ferias como Olivenza, Castellón o Valencia, y sin entenderse en la Feria de Abril de Sevilla, nada se sabe acerca del torero de Galapagar para la temporada 2012.
Llegados a estas alturas del calendario, otros años ya se conocían algunos datos acerca de las plazas en que podría hacer el paseíllo este mito de carne y hueso. Tengo entendido que sigue toreando en el campo y que está muy feliz con el nacimiento de su primer hijo.
Se ha especulado mucho acerca de una posible reaparición en Málaga el 8 de abril. Ese rumor, luego medio noticia, ha perdido fuerza. La fecha del Domingo de Resurección no está tan lejana y todavía no se ha confirmado su participación. Con Madrid en el horizonte, parece una remota posibilidad que pueda volver a esta plaza, por mal que nos pese a todos. De no salir adelante Málaga, ya sólo quedan dos caminos fiables: esperar a que termine Madrid y regresar en verano, como hizo la pasada temporada, o elegir otra opción que cuesta asimilar: pasar la temporada en blanco.
Con José Tomás nunca se sabe. No se trata de aventurarse, porque el diestro madrileño acostumbra a un absoluto silencio en sus decisiones.
Sin embargo, o se despejan incógnitas en las semanas venideras, o esa posibilidad de no torear irá cobrando cuerpo. La Fiesta necesita a José Tomás. Es una constante ilusión para los aficionados. No es querer ser pesimista, pero es demasiado silencio.